viernes, 23 de marzo de 2018

Tiene bemoles

Bueno, queridos lectores, preparad el diván que hoy toca sesión de psicoanálisis. Ya lo siento, compañeros, se viene tochaco rollaco. Pero como soy UNA SANTA, ya veis que os aviso desde el principio para que podáis saltaros esta entrada desde la tercera línea y sin ningún tipo de cargo que conciencia. Vamos allá.

Tiene bemoles que ande diciendo yo esto a mis años, pero estoy más perdida que un pulpo en un garaje. De verdad os lo digo. No sé qué hacer con mi vida. Que a la mayoría de la gente esto le pasa en la adolescencia cuando se está descubriendo a sí misma o en el momento de elegir sus estudios o su carrera profesional pero a mí me viene la crisis ahora que ya estoy crecidita porque sí, porque yo lo valgo, como las usuarias de L'Oreal.

Bueno, en realidad no. Yo ya tuve mi crisis, que me duró lo mío, además. Investigué arduamente, me conocí a mí misma (más o menos, porque sigo sin tener muy claras algunas cosas) y decidí a qué quería dedicar mi vida. Estaba la cosa chunga, pero me rompí los cuernos durante años y lo conseguí. O casi. En realidad era una versión bastante light de lo que me habría gustado de verdad, pero dicen que la madurez son renuncias, así que acepté pulpo como animal de compañía.

Y estuve unos años luchando para conservar ese sueño en formato de baja resolución hasta que llegó un momento en que dejó de merecerme la pena. Ya había llegado a lo alto de la montaña, las vistas no eran pa'tanto como me había imaginado, allí hacía un frío que pelaba y quedarse arriba exigía un nivel de sacrificio que, chico, a mi edad, ya no me compensaba. Ya lo decía Kipling con mucho más arte que yo: "Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo". Así que decidí que como gracia ya había valido y tiré para abajo.

Pensaba que encontraría la paz del guerrero, en plan "quien hace lo que puede no está obligado a más", que cambiaría de foco y encontraría prados más verdes en los que pasear sin el dramatismo perpetuo de la lucha a muerte. La cosa es que he estado tanto tiempo dejándome la piel para trepar hasta la cima que no me había dado cuenta de que tengo poco más aparte de eso, de la batalla. Mío, mío, digo. No que te pille en medio de casualidad, no que te venga de serie. MÍO.

Ya sé, ya lo sé, no se entiende un mierdo. No soy capaz de explicarlo mejor. Pero vamos, la cosa viene a ser que no me encuentro. Como a los 15 años, pero sabiendo un poco quién soy y con unas cuantas décadas más de experiencia, para lo bueno y para lo malo. Con una horrible sensación de haber estado mirando a las musarañas y de llegar a estas alturas del partido con los deberes sin hacer. Y lo que es peor, de no saber cómo recuperar el tiempo perdido porque no tengo ni repajolera idea de para donde tirar. ¿Sabéis cuando no has pegado ni chapa para una examen tocho, llega el día anterior, te quieres mirar algo y abres al tuntún los apuntes por cualquier hoja porque no tienes claro ni lo que merecería algo de prioridad? Pues un poco eso, pero a nivel vital.

Que no hago más que pensar y pensar y no se me ocurre qué puedo hacer con mi vida. Así estamos a estas alturas de la película.

Es que tiene bemoles...

5 comentarios:

  1. Mmmm...un caso difícil.
    No te puedo ayudar pero ¿no sabes qué te gusta?¿ni en qué te gusta emplear las horas del día?.
    A lo mejor necesitas ayuda profesional.

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  2. Nos empeñamos en imaginar la vida como un guión que lograr en el futuro o como una narración coherente uniendo los pupntos de las vivencias pasadas. Como si neceariamente tuviera que ser una novela con presentación nudo y desenlace.
    Pero... de repente nos damos cuenta que la relación causa y consecuencia se da pocas veces. Esto aparentemente desespera, pero miranbdoo desde el otro punto de vista, mañana pasa algo bueno e inesperado y le pone argumento al cuento.
    Besos a puñaos.

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  3. Escucha a Confucio.
    Esteeeee...
    Y si Confucio tampoco sabe qué contestarte, al menos llévate una galleta de la fortuna bañada en chocolate.
    Por algo se empieza.

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  4. Yo creo que el problema de nuestros días es que parece que sea NECESARIO hacer algo con la vida... qué hago con mi vida? qué he hecho con ella?
    Parece que se IMPRESCINDIBLE llegar a algún lugar... a dónde voy? hacia dónde van mis pasos? cuál es el fin?
    Es como si fuera OBLIGATORIO seguir el guión (como decía El chico de la Consuelo), con noviazgo, boda, hijos, vacaciones, separación, divorcio, segundas terceras y cuartas oportunidades, vejez y muerte.
    No sé porqué nos empeñamos en buscar un sentido y establecer una finalidad para nuestra vida. Es mucho más útil centrarse en el AQUÍ y el AHORA y disfrutar lo que está a nuestro alcance: una peli en el cine, una paella en la Barceloneta, una serie que nos mola, un libro que nos emociona, una canción que mueve nuestros pies...
    Para muchos esto es un dejar pasar la vida sin rumbo, pero para mi es la vida en sí.
    Besos!
    PD: también tengo días malos, muchos, en los que lloro cuando me miro al espejo e increpo a la gente en el metro :)

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.