viernes, 11 de julio de 2014

Supercotocloc cotocloc

Pues no. Ni trepar por lo árboles, ni malabarismos, ni break-dance ni ninguna otra locura de las que propusieron algunos lectores en los comentarios. La estupendísima idea que se me ocurrió para animar mi guerra contra los kilos con un poco de ejercicio fue montar a caballo. Sí, sí, sí, habéis leído bien. A caballo. Speedy LA HÁBIL subida en un équido que a cuatro patas es más alto que ella. Se masca la tragedia.

Y bueno... tal y como sospecháis cumplí con las expectativas y fue la primera en caerme. En concreto besé el suelo a los 10 minutos de montarme en el pobre animal, que se estaba portando como un santo. Y lo malo no fue ni el espagat boca abajo que me tocó hacer porque un pie se me quedó enganchado en el estribo y otro no, ni lo magullado que tenía el orgullo tras semejante numerito... lo PEOR fue descubrir que al primero en caerse le toca traer la merienda del siguiente día y que mi brillante idea para quemar calorías venía con barbacoa incluida. ¡QUÉ HORROR! Torpedean mi guerra contra los kilos desde dentro. Así no hay manera de adelgazar ni de nada, de verdad.

Aún así he de deciros que ejercitar el cuerpo sí que lo estoy ejercitando, sí. Lo sé porque después de cada clase me duelen músculos que no sabía que tenía y si me molestan será que los he utilizado. Vamos, digo yo. Y porque se me van a quedar unos abdominales como tabletas de chocolate de todo lo que me estoy riendo. Pero es que cómo no me voy a reír si en clase se oyen cosas como estas:

-Tía, tú caballo albino tiene los ojos tan azules claros que parece un zombi. ¿No te da miedo que gire la cabeza, te pegue un mordisco y te vuelvas un caballo zombi?

-Profe, ¿me has pegado con la fusta? ¿En serio? ¿La fusta es para darle a los animales!
-No me estabas haciendo ni caso a lo que te decía... La de Fama tenía un bastón y yo tengo una fusta, métodos pedagógicos tan respetables como efectivos.

-No, no, no, el caballo con manchas no lo quiero montar hoy, que yo ya traje la barbacoa el primer día. Ahora que se caiga otra y merendáis a su costa.

-¡Joer, qué pasada de ejemplar! ¡Es impresionante! ¡Qué enorme!
-¿Te refieres al caballo o al que lo monta?
-Pensaba en el caballo, pero ahora que lo dices... los dos.

-Eso es, muy bien, hay 2548 cascos y voy a coger justo el que está roto y se me cae todo el rato. Hoy juego a la lotería y me toca el Gordo, eso fijo.

Y todo el rato así...

6 comentarios:

  1. jaja, oye pues muy bien, veo que os lo pasáis en grande.

    Además, la barbacoa seguro que no engorda (con rico que está todo a la barbacoa, tiene que sentar bien) :D

    ¡Buen finde!

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  2. Yo monté una vez a caballo cuando era pequeña, lo recuerdo como una experiencia horrible y eso que me bajaron a los dos minutos.
    Me pareció tan peligroso e incómodo...

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  3. Yo monté una vez a caballo
    el caballo todavía lo recuerda.

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  4. Tarambana, bueno, eso de que la barbacoa no engorda no sé yo... pero es el castigo para la que se cae y los castigos hay que cumplirlos jajaja

    Doctora, a mi me encanta, pero es verdad que es más difícil de lo que parece en la tele, hay que ir con cuidadito.

    loqueleo, sé de lo que hablas, estos caballos también se van a acordar de mi, sí, estoy segura ;P

    Ya, Pesudo, ya..., ¡qué me vas a contar!

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  5. Yo también hice equitación una temporada, fue divertido, a veces el caballo hasta me obedecía jajajaja

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.