domingo, 6 de septiembre de 2020

La NO entrada de la NO queja

 


No me quiero quejar. Bueno, mejor dicho no me PUEDO quejar. El bicho aún no me ha pillado ni a mi ni a mi familia y ni siquiera se ha cebado SERIAMENTE con nadie de mi entorno cercano. Contra todo pronóstico todavía tengo un trabajo y por ahora no me echan de mi superguarida. Así que no, no me PUEDO quejar. Pero la cabrona de mi regla se está retrasando más que nunca y el hijo de la grandísima puta de mi síndrome premenstrual me está pegando con tanta fuerza que llevo una semana al borde de cortarme las venas, así que por necesidad terapéutica SÍ me voy a quejar. Se siente. Saltaos esta entrada y tan amigos. Nos vemos en la siguiente.  

Como dice en la foto de arriba el siempre acertadísimo Seth, no, al contrario de lo que esperas, cuando recibo tus correos no estoy bien. Indudablemente podría estar peor, pero bien no estoy. 

Este ha sido un verano bluff total. Ni siquiera se merece el calificativo de verano, pasará a la historia como el NO verano y estoy siendo generosa de no llamarle algo peor.

No me he bañado en la piscina. Ni una vez.

Por exigencias del guión no me queda otra que ir del trabajo a casa y de casa al trabajo desde ni me acuerdo.

No tengo grupo estable de convivencia. así que el reto no es sólo buscar un plan seguro y responsable que se pueda hacer sino encontrar con quien hacerlo.

Hace 7 meses que nadie me abraza, De otro tipo de contacto menos casto e igualmente necesario ni hablamos, claro.

La semana pasada quise jugar al Uno con los SpeedySobris al aire libre y toneladas de desinfectante mediante. Misión imposible. Dos metros de distancia de seguridad le impiden a cualquiera robar del mazo las cartas que le haya tocado robar. Y más con la escasa longitud que tienen todavía los bracitos de los SpeedySobris.

Hoy ha sido el primer día que he entrado en casa de los SpeedyPadres. Me he sentado en una banqueta de plástico que se pudiera desinfectar después, en la otra punta del salón, con mascarilla y con las ventanas abiertas. Ha sido una experiencia magnífica, como supongo que ya podréis imaginar.

Ni siquiera me puedo pintar las uñas porque no hay esmalte que resista mi frecuencia de lavado de manos. Me están saliendo escamas entre los dedos y dentro de nada tendré que ir a mi primera reunión de hidroalchólicos anónimos.

Estoy a tal nivel de desesperación que me he enganchado a las películas navideñas de sobremesa, que son igual de malas de que las serie B de asesinatos, tipo "Vigilada por su vecino" o "Amistad obsesiva" pero en tono más amable y relacionadas con la Navidad. Es increíble la gigantescamente ingente cantidad de bodrios que se hacen relacionados con este tema y que son, esencialmente, la MISMA historia contada una y otra y otra y otra vez con pequeñísimas diferencias. En serio, son infinitas. Nunca se acaban. Jamás. Y la originalidad de los títulos que tienen que incluir sí o sí la palabra "Navidad" ni os cuento. Pero vamos, que este asunto tiene tanta miga que merece su propia entrada, no os voy a hacer aquí spoiler. Nos leemos en el próximo post.

2 comentarios:

  1. Mujer, con cuidado, pero tampoco irse de cabeza!!
    Besicos.

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  2. ¿Porqué no te has bañado en la piscina?...tienen cloro.
    En casa de tus padre si entras con mascarilla y las manos limpias y te sientas a distancia¿porqué no vas más a menudo?¿o quedáis en una terracita?¿o en un parque?.
    La OMS ha reducido ya mucho las medidas de seguridad.
    A ver si al final va a resultar que si eres del sur "exagerá".

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.