sábado, 12 de abril de 2014

La guerra de los caris

A veces te ves envuelta en conflictos en los que no sabes muy buen como te has metido. Guerras encarnizadas sin cuartel donde la escalada de violencia va subiendo sin freno hasta que un día te paras a pensar en como has llegado hasta allí y te das cuenta de que no tienes ni idea. Yo ahora mismo estoy metida de lleno en uno de esos marrones: la guerra de los "caris". Que a vosotros os puede parecer una tontería porque mi Vietnam particular tiene un nombre poco serio, pero que esto está siendo un infierno que no siento las piernas. Como os lo explicaría yo...

Resulta que, como en la Supermovida pasamos tanto estrés y tantos nervios, por una cuestión de simple supervivencia, se dicen muchas tontadas para reírnos y se viven muchas situaciones surrealistas. El tema es que, de pura desesperación, las gracias se repiten y se quedan institucionalizadas para los restos aunque ya nadie se acuerde como surgió la cosa. Para que os hagáis una idea: un día una de mis compas, L, hizo un gazpacho en el que, por error, echó más vinagre que aceite y que terminó siendo un engrudo incomestible. A alguien se le ocurrió llamar a aquel plato Larazpacho y desde entonces esa es la única manera en la que nos dirigimos a mi compa. De hecho no creo que nadie se acuerde de su nombre real...

Eso le tocó a ella, pero aquí hay para todos. Yo, ya os lo he dicho en el título, estoy condenada a sufrir la guerra de los caris. Y es que en algún momento cometí el error de principiante de confesar que ciertos motes cariñosos de pareja (tipo churri, cari, pichoncito) no me terminaban de convencer, lo que animó a los de la Supermovida (a unos más que otros) a llamarme así permanentemente. SIN DES-CAN-SO. Qué horror.

La primera táctica de defensa que intenté fue simular que me daba igual pero cuando llevas toda la tarde oyendo cosas como "mi cari y yo os esperamos en la puerta", "¿me prestas los apuntes, cari?" y "oye, a ver, no os metáis con mi cari" las reservas de paciencia se terminan agotando, así que decidí pasar a la ofensiva. ¡Y en qué hora!

Mi maravillosa estrategia de ataque era responder al fuego de "caris" con "pichoncitos", lo que dio lugar a conversaciones en el grupo de whatsapp que podrían llegar a inducir a un coma diabético:

-Cari, ¿cuandos llegas? Te echamos de menos...
-Me quedan 10 minutos, pichoncito, que he dormido una siesta para ver si se me pasaba el dolor de cabeza y, como ya me encuentro mejor, salgo para allá.
-¡Esa es mi cari, enseñándoles quién manda a los virus de la gripe!

Y todo el rato así o aún más empalagoso. El horror. Lo peor del tema es que mis adversarios resultaron ser inmunes al arma bactereológica "pichoncito" y mi ofensiva no sólo no acabó con la guerra, sino que provocó un salto cualitativo en la escalada de violencia. A los bombardeos de "caris" se unieron armas de destrucción masiva como "bomboncito", "pastelito de crema" y otros postres y aquello, como os podéis imaginar, se convirtió en un infierno insoportable. Llegados a este punto podrías pensar que el lado positivo es que la situación no podría empeorar. Pero os equivocaríais.

Aún no tengo muy claro como, el campo de batalla se trasladó a la economía doméstica y en las conversaciones empezaron a oírse perlas como estas.

-Sí, sí, le he quitado yo el boli a Speedy pero no se lo digas que como se entere esta noche duermo en el sofá.
-Oye, ya vale de decir que has estado hablando en alemán con Maromazo Mudito de vuestro lugar ideal para vivir y que le has invitado a tu hipotética cabaña del árbol en el bosque. A ver si voy a tener que ponerme celoso al final.
-Vale, pues no compramos pepinillos para la cena de grupo que hacemos el viernes porque no te gustan, pero un gatete sí que podremos tener en nuestra casa, ¿no, cari? Que los gatetes hacen mucha compañía y así no me sentiré tan solo cuando tú no estés...

Lo realmente preocupante de todo este tema es que empiezo a padecer el síndrome de Estocolmo, porque el otro día alguien me dijo una burrada de este palo y yo me sorprendí a mí misma contestándole: "Ve comprándote el bono anual de tarifa plana de noches en el sofá, porque te veo allí para los restos".

Madre mía, me han lavado el cerebro.... esto tiene que violar los acuerdos de la Convención de Ginebra. Como mínimo.

2 comentarios:

  1. En primer lugar, que conste que voy a hacer un esfuerzo muy grande para no hacer el chascarrillo de llamarte "cari" en este comentario. Solo lo digo para que lo tengas en cuenta. :P

    Yo creo que en la Supermovida tienes un puñado de admiradores no-tan-secretos que aprovechan la broma para tirarte los tejos. (O eso, o que son muy empalagosos y no saben cuándo parar con la broma...).
    En cualquier caso, la buena noticia es que parece que os lleváis bien, y eso es muy importante cuando se pasa mucho tiempo con otra gente.

    ¡Buen domingo!.

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  2. cuanto edulcoramiento: la mejor táctica es la que has utilizado: responder con la misma arma: y si no por destrucción sí que conseguirás tu objetivo por agotamiento, así que no desistas: a saco con los pichoncitos y demás!!!!!

    La inicial L. no corresponderá al nombre de Lara por casualidad? jajajajaja.

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.