Se habla de los que tienen digestiones pesadas. De los que les duele la espalda a mínimo que hacen cualquier esfuerzo. Los que padecen migrañas inexplicables. Los que se tuercen un tobillo con mirarlo. A los que les salen callos. Los que no consiguen pegar ojo en cuanto se cambian de cama. Se dice de ellos que pobrecitos, que lo que les ha tocado, que qué mala suerte.
No se aplica la misma regla con los que tienen un cerebro que no juega a su favor. Y no hablo de enfermedades mentales graves, sino de los que sufren (no hay otra palabra) una mente dedicada por completo a complicarles la vida. Que ve solo lo negativo. Que percibe a su dueño siempre por debajo de los demás. Que no deja de sobrepensarlo todo hasta la náusea.
En estos casos no se dice pobrecito, qué mala suerte, sino "hay que ver, es que te obsesionas con lo malo y te empeñas en estar triste". Como si fuera una elección, algo que se hace voluntariamente. Nadie le dice al de las digestiones pesadas del párrafo de arriba que se empeña en digerir con dificultad, que no pone suficiente esfuerzo en que la comida le siente bien. Todo el mundo comprende que es su tendencia natural, que no depende de él, que lo único que puede hacer es controlar sus hábitos, escoger los horarios y los alimentos que menos mal le hacen y aguantar el tirón.
Pues con temas de "azotea" un poco lo mismo. Nadie escoge ser pesimista, verlo todo negro, sentirse inseguro o hundirse con facilidad. Eso te lo encuentras de gratis, igual que al optimista le viene de serie. Puedes esforzarte en mitigar tu inclinación haciendo ejercicio, leyendo unas cosas y no otras, durmiendo lo suficiente y rodeándote de determinadas personas y alejándote de las demás. Pero la base de la que partes es la que es y no hay más.
Dejad a la gente tranquila, coño..
Te doy la razón, cada uno tiene unas tendencias y por norma general no entendemos a los demás.
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