(Me tomo la vida con calma, Medito. Me enfoco en lo positivo. La mayoría del tiempo llevo bien lo de la aceptación pero a veces necesito un break. Y lo siento, este blog es mi vía de escape, ya lo sabéis. Así que se viene una breve interrupción antes de retomar la programación habitual. Preparad el diván.)
La vida está llena de pequeñas alegrías, estamos de acuerdo. Pero igual que los de sinazucar.org calculan a cuantos terrones equivalen una docena de churros habría que preguntarles cuantos minipositivos hacen falta para igualar algo BUENO (con mayúsculas) como que te vaya bien en temas fundamentales de la vida como trabajo, salud y amor.
Voy a empezar por lo último, que podría ser lo más polémico. ¿Hace falta tener pareja para ser feliz? Por supuesto que no. ¿Contar con alguien a tu lado que te quiera, que te respete, que te apoye a todo o nada, para el que seas la prioridad absoluta proporciona una enooooorme cantidad de felicidad? Desde luego. ¿Cuántas peque_alegrías hacen falta para alcanzar ese nivel de satisfacción? ¿Cuántas veces hay que encontrar aparcamiento a la primera, o disfrutar de un amanecer increíble, o bañarse en el mar o hacer un viaje épico a Nueva York para juntar todo ese volumen de júbilo? ¿Millones? ¿Trillones? ¿Me explico? Lo pensé el otro día viendo esta imagen.
Ya lo sé, no tiene nada que ver, pero vosotros me entendéis. Si la barra grande fuera vivir un gran amor, uno bonito, sano, positivo, duradero: ¿Cuántos mini buenos momentos tendríamos que apilar en la columna de la izquierda para que fueran de la misma altura? ¿Podrían llegar a ser iguales?
Yo tengo suerte. Estoy habituada a estar sola, valoro mucho mi independencia y ser impar no me supone un gran problema, la verdad. No me angustia, no me obsesiona. no lo percibo como un fracaso personal ni social. Pero pasan los años y cada vez pienso más en que no vivir esa experiencia, aunque sea una vez, es perderse algo increíble, algo fundamental de la vida que no puede sustituirse por un montón de otras cosas, por muy grande que sea ese montón. Y me da pena.
Que también me daría pena si no llego a ver nunca los auroras boreales en directo, pero ya me entendéis...
Al final llegamos a lo de siempre, a lo diplomático y que en realidad, no contesta ni aclara nada. Es decir: todo tiene su lado bueno y su lado malo. En qué posición de lo bueno y lo malo queda la felicidad, me pregunto. Pues supongo que hay tantas posiciones como gente en el planeta. Y volvemos al punto de antes: no queda nada claro. O sí.
ResponderEliminarYo creo que siempre habrá algo que no tendremos o haremos y que nos haga plantearnos lo que tú nos planteas.
ResponderEliminarY después está el cómo cada uno se tome las cosas: para mí puede ser una peque_alegría encontrar aparcamiento a la primera y para otros no.
Besos.
Cabrónidas, efectivamente, clarísimo, queda todo clarísimo jajajaja
ResponderEliminarDevoradora, desde luego, cada uno es un mundo, no hay mayor verdad que esa