-No me hagas la cobra.
-La cobra, dice. Madre mía, hijo mío, si yo te contara...
El pobre Tiburcio no se cosca. No se empapa. No se entera de la misa la mitad.
INEXPLICABLEMENTE Tiburcio no tiene ni idea de que, si por mi fuera, me escaparía con él a una isla desierta para no volver jamás. Y digo inexplicablemente porque, a pesar de mis denodados esfuerzos por ocultarlo, se me nota un montón. Yo intento disimular a tope porque el hombre no tiene el corazón libre y yo ahí, pues oye, respetos al máximo, qué le vamos a hacer. Pero mi profundo respeto no detiene el tsunami de sentimientos que me genera y que se me escapan por todas partes. Se me escapan en las miradas. Se me escapan en las sonrisas. Se me escapan cuando le toco a pesar de tratar con todas mis fuerzas de no tocarle. Se me escapan. No los puedo contener.
Mucho me temo que es algo tan evidente que todo el mundo lo sabe menos Tiburcio, que, por suerte para mi, está a por uvas. Mucho mejor así, más tranquilidad para todos, oye. Lo que pasa es que eso da lugar a situaciones surrealistas total.
-Eh, eh, choca esos cinco, no me hagas la cobra.
Yo estaba mirando al suelo y no me había enterado de que me iba a chocar y él estaba haciendo un comentario gracioso sin más trascendencia, pero cuando estás concentrando todos tus esfuerzos en no pegarle un muerdo a alguien, cuando te hacen estas bromitas lo que te gustaría es tener el flash ese de los Men in Black que borra la memoria para soltarle todo lo que te pasa por la cabeza sin pensar en las consecuencias:
-Mira, hijo mio, si por mi fuera no te hacía ni una cobra ni media. Es más, si por mi fuera te iba a costar levantarte por las mañanas de tooooooooooooodo el trabajo que íbamos a darle tú y yo a la cama por las noches, Suplementos vitamínicos ibas a tener que tomar para aguantar el ritmo, socio. Si por mi fuera, ese torso de Adonis que tienes iba a convertirse en mi almohada favorita para ver maratones de series en Netflix tirados en el sofá y tus brazacos con el punto perfecto de musculación (ni demasiado, ni demasiado poco) me iban a servir de abrigo complementario contra estos fríos polares con los que nos ha venido el invierno de repente. Si por mi fuera, apostaba todo a tu número, incluso a largo plazo, hijo mío. Como para hacerte la cobra...
Pero como no tienes el flash ese de los Men in Black, la cosa no tiene solución alguna y no quieres liarla parda, pones tu mejor sonrisa fingida y te alejas apretando los puños con todas tus fuerzas para aguantarte las ganas de pegarle un muerdo.
Qué le vamos a hacer...
Justo estaba escuchando esta canción cuando he venido a leerte y he visto el título de tu entrada:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=1ZhsWvvw9p4
Una situación como la tuya da para montarse muchas películas en la cabeza... ¿en serio no se entera de nada? Empiezo a pensar que no se quiere enterar.
Besos.
Míralo por el lado bueno, este amor no correspondido puede ser el comienzo de una exitosa carrera para ti en el mundo de la literatura erótica. La de 50 sombras de Grey empezó así ;)
ResponderEliminarDevoradora, no, yo creo que no se entera, el pobre, si no estaría más cortado, ¿no? Si es que además el hombre no hace nada para montarse películas, es un cielazo full time, pero con todo el mundo, por eso me gusta, claro.
ResponderEliminarDoctora, madre mía, literatura erótica, no sé yo... se me da regulinchis ;P
Ay no, literatura erótica no, sigue con tu blog que mola mucho.
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