Como ya os podréis imaginar, esto del superheroismo extremo es una de las profesiones más eclécticas que existen. Porque aquí parece que está toda la peña muy especializada, y que si Superman vuela y la Masa rompe muros y ElasticGirl se estira como el chicle, pero a la hora de la verdad lo que somos todos es superhéroes-orquesta porque nos toca hacer un poco de todo. Salvar el mundo y proteger a los inocentes es una tarea complicada para la que necesitamos todos los recursos que podamos obtener. Nunca se sabe lo que te puede ser útil en momentos cruciales para la Humanidad.
Así las cosas, ya supondréis que están los cursos de reciclaje suyperheroico hasta la bandera. Hay de todos los tipos imaginables: vuelo rasante, salto deportivo de rascacielo en rascacielo, técnicas para aminorar la resistencia del aire en movimientos a velocidades supersónicas... En fin, lo normal en este oficio.
De todas formas, también se organiza formación menos ortodoxa, porque oye, nunca se sabe. Yo, como ha quedado claro en este blog, soy una de las fijas en esas clases. He hecho teatro, improvisación, submarinismo, esgrima, lengua de signos, surf, alemán... casi de todo, vaya. Y aunque parezca mentira cada una de esas cosas ha sido alguna vez la clave para vencer a más de un supervillano, así que siempre me parece una gran idea meterme en un curso nuevo.
Mi última "adquisición" es la mecanografía. Que eso en los combates cuerpo a cuerpo igual no lo uso mucho, pero no sabéis la de papeleo que hay que rellenar en este negocio y la montaña de informes que tenemos que redactar (y más después de entrada en vigor de la nueva normativa europea.) Con mi velocidad tortuguil de tecleo tardaba mil años en cada uno, lo cual me sacaba de quicio, acababa con mi paciencia y me ha quitado una década de vida útil, tirando por lo bajo.
Pero ahhhhhh, queridos lectores, todos esos dramas se acabaron, porque ahora estoy aprendiendo mecanografía para escribir tan rápido como me muevo. Me las prometía yo muy felices pensado que, como llevo toda la vida dándole a la tecla en plan cutre, automatizar el proceso no iba a ser muy difícil. ¡¡¡¡JA!!! Mis lolailos 33. Se me da mal. Fatal. De pena. Y os diré por qué:
-Primero y principal tengo un millón de vicios adquiridos después de años y años de teclear sin orden ni concierto. Nunca puse los dedos donde tocaba y ahora no hay manera de acostumbrarme. De puro usarlas hay letras que sé donde están sin mirar, pero otras no hay forma humana (ni superheroica) de que se me metan en la cabeza. Lo cual me lleva directamente al punto siguiente.
-Me hago unos líos con el orden de las letras de flipar. Supongo que en el pleistoceno superior alguien muy listo diseñó esa disposición pensando en las que se usan con más frecuencia o en las que aparecen juntas más a menudo. Pero a mi nadie me ha explicado eso y yo como buena española he pasado de leer las instrucciones y he saltado directamente a los ejercicios. Que igual encontrándole el orden lógico al teclado adelantaba algo, pero oye, yo no, yo ahí a lo bruto, como los buenos.
-Si tengo que pensar donde está cada letra para no mirar abajo sino a la pantalla necesito estar concentrada y mis niveles de concentración empiezan a acercarse peligrosamente a cero. Esto es algo que ya había notado durante el curso porque tardaba mil años en quitarme de encima cada marrón de la Supermovida. No había manera de centrarse, iba de lado a lado haciendo mil cosas a la vez sin terminar ninguna y distrayéndome con el vuelo de una mosca. Pensaba que era cansancio o estrés pero las clases se han acabado y yo sigo igual de disfusa o más, así que debe de ser otra cosa. Vete tú a saber el qué, estoy ahora como para centrarme en encontrar el motivo.
Total, que voy de pena, pero no voy a desesperarme, que acabo de empezar. Ahora le pregunta es: ¿es esta entrada una parte de mis deberes de mecanografía? Puede ser. ¿Cuánto he tardado en teclearla? Nunca lo sabremos. Y mejor que siga así.