Hay gente tan de este club
Y yo tan de este
Será que soy una cobarde. O que ya no puedo con más.
Elige tu propia aventura.
Hay gente tan de este club
Y yo tan de este
Será que soy una cobarde. O que ya no puedo con más.
Elige tu propia aventura.
No me suelen gustar los podcast de chicazos, ni los brazos tatuados, ni el fútbol, así que esta vez me ha venido bien que el algoritmo de Youtube no tenga ni la más remota idea de lo que debería sugerirme. Y es que si la tuviera jamás me habría mostrado en recomendaciones la entrevista de arriba de Álvaro Benito, que me ha encantado, la verdad.
Como soy una peor de la vida, ni siquiera me sonaba el nombre y así de primeras había pocas posibilidades de que yo me parara a escuchar a un futbolista metido a cantante. Pero lo cierto es que este señor habla muy bien y tiene muchas cosas interesantes que contar. Como yo le tengo bastante manía al deporte rey por abusón y por eclipsar a las otras disciplinas deportivas, todo el periplo hasta llegar a primera fila del Real Madrid me engancha poco. Pero un protagonista en plan epopeya del héroe luchando contra adversidades sobrevenidas y encontrando caminos alternativos... Eso sí, esa es mi mierda, desde luego.
Y el story telling del viaje vital de este señor cuadra a la perfección con una película de aventuras clásicas. Dificultades, ascenso, contratiempo gigante, lucha para recuperar lo perdido, éxito final alternativo. Le añades un par de dragones, algún que otro caminante blanco y una chica con pelo rubio y tienes el guión de Juego de Tronos. Bueno, no voy a exagerar, pero lo que es irrebatible es que a este tipo le han pasado cosas increíblemente buenas y putadones enormes que se las han quitado. Tuvo que luchar para que la rabia no le paralizara, reinventarse, ser imaginativo, currárselo, buscar alternativas. ¿Que hay gente que hace todo eso y no le funciona? Irrebatible también. Pero eso no le quita mérito a él ni emoción a su historia.
Me han molado muchas de las cosas que cuenta, pero me ha resonado especialmente lo de la hora y 15 minutos, donde habla de la paz que hay al otro lado de las derrotas, cuando te permites por fin cerrar capítulo, asumir que lo que no puede ser no puede ser y empezar algo nuevo. Cuando rendirse se convierte en la primera batalla ganada. Sobre todo porque no parece que un tío claramente tocado por la magia de la suerte (para llegar dos veces al exitazo en dos cosas totalmente distintas hace falta un poco de magia, no me digáis) también lo haya pasado mal y sufrido y acumulado fracasos hasta lograr el triunfo. No parece que haya tenido que rendirse nunca y bueno, pues así ha sido. Sólo que él tuvo la fuerza para no hundirse y la capacidad de encontrar otra pasión igual de fuerte.
Ojalá yo.
Cuando ya lo has pensado todo del derecho, del revés, pa'lante, pa'trás, no te queda otra que hacer números. Acudir a las matemáticas que, según dicen los de la Nasa y otros listos empollones. nunca fallan. Y cuando terminas eres consciente de que no salen las cuentas.
Llaman a lo de arriba la rueda de la vida o algo así, tampoco me acuerdo ahora del nombre exacto. El caso es que se supone que tienes que puntuar con un número como crees que estas ahora mismo en cada área de las que salen en el círculo. La idea es mostrar con que apartados están más o menos conforme y en cuáles tienes que trabajar. Ya os adelanto mi calificación media: suspenso.
Aunque de todas formas tengo que hacer un disclaimer inicial y es que poner los "quesitos" del mismo tamaño es un error de base. No creo que para nadie sea igual de importante la profesión que el ocio o la familia, por ejemplo. Para unos será más tocho lo primero y para otros lo segundo, pero igual, seguro que no. Por otro lado, los pintan paralelos, pero se superponen unos con otros porque si no tienes salud, a tomar aire fresco lo demás, pero si SOLO tienes salud, entonces te morirás de viejo con una vida triste y gris. Y sin nada de dinero se tachan muchas pero muchas de las otras cosas.
Aunque no lo parezca por lo me quejo, yo soy de buen conformar. hay muchas áreas que de forma objetiva van de pena y yo les pongo un 9 porque con lo que tengo voy tirando y por comparación en el país de los ciegos el tuerto es el rey. O porque son asuntos que me la refanfinflan y por eso con cualquier cosa me vale. Eso sí, fijaos qué nota tendrán otras para que de media me salga cate.
Y aún así no es mi problema principal. Lo que me preocupa de verdad es que en los quesitos con la puntuación más baja veo poco margen de mejora porque o no está en mi mano o ya he intentado todo lo que se me ocurre sin resultado. Ni idea de qué más hacer.
Y entonces pregunto a todo el que me cruzo en busca de iluminación y la respuesta estrella es: no lo sé.
Pues bienvenido al club. Para ese viaje no necesitaba alforjas.
Quiero actualizar pero me niego a seguir dando la turra con lloriqueos, así que ante la imposibilidad de sacar nada viable de mi cabeza, recurre a Manuel, que dice verdades como puños de forma bonita. Os deseo a todos un buen fin de semana lleno de maravillosas alarmas y felices sobresaltos.
Y por la sombra, bombones.
Es curioso que cuando a los niños les preguntan qué quieren ser de mayores casi nunca responden una sola cosa. Dicen que policía o futbolista o astronauta o profesor. Y muy a menudo ni siquiera tienen una preferencia clara, se ven bien en cualquiera de esas profesiones.
Luego crecemos, elegimos estudios y también ponemos en la solicitud varias opciones, para tener un plan B por si no nos da la nota de acceso a nuestra primera elección. Y en este momento todavía somos capaces de visualizarnos en todas esas dedicaciones.
Pero después entras en el mercado laboral y te pegas años y años y años haciendo variaciones mejores o peores de una misma labor y cuando ya no quieres/no puedes/no te dejan hacerla más, te quedas en blanco. No te identificas con otra profesión, ni te apetece aprender algo de cero, ni empezar desde lo más bajo oooootra vez. Quiero decir, si te preguntaran lo que a los pequeños, ¿que quieres ser? no tendrías una respuesta. Probablemente porque ya no consideras tu trabajo lo que eres, sino lo que haces en un apartado de tu vida que ya ni siquiera está en la balda de arriba de tus prioridades, sino más bien escondido al fondo de la de abajo. Así que te da igual, lo único que te importa es que te ocupe el mínimo espacio posible para que te quepan más juguetes, más chucherías, más pelis, más libros y más música. Por seguir con la metáfora de la imagen de arriba, a lo mejor te bajas del tren pero ya no quieres volver al punto de partida ni tienes claro ningún otro destino.
Dicho lo cual, no me queda otra que preguntar en plan encuesta. Si en la actual fase de vuestra vida tuvierais que cambiar de profesión, ¿a qué os dedicaríais?
Por curiosidad.
Lo que me faltaba para el duro, amiguis.
Ya os conté que estoy de nuevo envuelta en la locura teatrera, que esta vez no hay guion al que agarrarse y que eso lo complica todo. Por un lado, la técnica es más difícil y por otro me ha pillado a mi en medio de un bloqueo creativo tochísimo, lo que se traduce en que me está costando la vida misma aprender y mejorar. Y como yo soy muy de exagerar os voy a poner un ejemplo para que veáis que no exagero ni un pelo.
Si tienes que crear algo de la nada en tiempo real, una de las directrices básicas es aceptar todo lo que invente tu compañero de escena. Si entras pensando hacer el papel de un ladrón que va a robar una casa y él te saluda: "Hombre, papá, ya estás levantado", game over, tu historia del atraco se cae y de repente es tu hijo y la acción empieza ahí, no hay más vuelta de hoja. Si tu idea era viajar a la India y el otro actor dice que los pilotos de Iberia están de huelga, tu vuelo cancelado, se siente. Me explico, ¿no? Hay que seguirle la bola con lo que sea, está prohibido negar.
Parece una directriz sencilla, pero no lo es tanto como parece. Yo los primeros días estaba tan bloqueada, tan falta de agilidad, que negaba sin darme cuenta. Queriendo mantener la coherencia del personaje, crear conflicto, no aceptaba premisas y cuando al acabar mis compañeros me decían: "¡Me has negado todo!", yo contestaba sorprendida: "¿En serio? " porque ni siquiera era consciente de ello.
Total, que indignada conmigo misma por fallar en algo tan primordial, comencé una cruzada contra la negación. Antes muerta que dejar de aceptar lo que fuera. Pasara lo que pasara yo iba a decir que si. Y entonces el otro día...
-Vale, paramos aquí la impro. No vais a llegar a ningún sitio si tú nunca le niegas nada a él.
-Pero, pero, pero, pero...¡si está prohibido negar! Estaba poniendo toda mi alma y todas mis fuerzas en no negar.
-Ya, pero una historia necesita un conflicto, un problema que solucionar, si le dices que sí a todo no contáis nada.
-Pero, pero, pero, pero... si había que aceptar siempre.
-Ya, pero la acción no avanza si estáis de acuerdo en todo.
-Pero, pero, pero...
Y aquí estamos otra vez. Interpretando mal indicaciones. Aplicando directrices donde no toca. Aprendiendo la lección equivocada.
Siendo Epaminondas ooootra vez.
Después del sinvivir de ser superheroina, contadora de cosas y sobre todo después del Jamacuco Supremo yo, como el niño nazi de las piscinas de Teruel pero en modo no racista, lo que buscaba era la tranquilidad. No quería prisas, ni agobios. Y bueno, es difícil lograr eso sin contrapartidas porque no se puede tener todo en esta vida. Así que por lo visto el pago por evitar lesiones cardíacas es exponerse a daños neurológicos. En concreto los provocados por una EXCESIVA interacción diaria con una CLARAMENTE EXCESIVA cantidad de gente. Y eso que yo me considero bastante social, ¿eh? Pero todos tenemos un límite.
Hablar con mucha peña durante el día implica mantener conversaciones de ascensor una y otra y otra y otra vez. Y ojalá ¡OJALÁ! fueran al menos conversaciones de ascensor distintas. Ojalá. Pero no me ha caído esa breva. Así que el deterioro cognitivo no viene tanto por la falta de interés o profundidad como por la repetición.
Y si te pilla en un buen día, pues mira. mal que bien, aguantas como puedes. Pero luego está tu propia vida poniendo trabas a tu capacidad de aguante y haciéndote resistir con el corazón roto, o con las hormonas apretándote las tuercas a tope o con los perracos de los bancos torpedeando tus finanzas. Y jussssto ese día que estás al límite es el que elige el petardo de turno para venir a tocarte las narices y montar un pollo por alguna sandez. Que no haces más que repetirte mentalmente lo del personaje de la viñeta de abajo.
Y piensas: menos mal que mi superpoder es la velocidad y no echar rayos por lo ojos, que si no, la de trabajo que les iba a dar a los enterradores.