lunes, 9 de marzo de 2015

Los límites del ligoteo

He leído bastante últimamente en Twitter sobre los límites del humor. Habría mucho que decir ahí, así que mejor no me meto. Pero pensando en eso me he dado cuenta de que hay muchas cosas en las que no están claros los límites. Una de ellas es, desde luego, el amor. Y otra el ligoteo, que es de lo que va esta entrada porque es muy temprano y no son horas de ponerse trascendental...

Si en el  amor y en la guerra todo vale, en el ligoteo más aún. Eso es una jungla, cada uno se las ingenia como puede: unos son simpáticos, otros inteligentes, otros picantes, otros misteriosos, otros sorprendentes, más de los que nos gustaría son simplemente pesados porque quien la sigue la consigue... los registros son infinitos.

Y las técnicas también. Un clásico entre los clásicos es acercarte en plan amig@. Jijijaja, risas mil, qué maj@ soy. Jijijaja risas mil, como me acuerdo de tus cosas. Jijijaja risas mil, qué pendiente estoy de ti. Jijijaja risas mil, cuantos detalles tengo. En fin, ya sabéis de qué va el tema, que aquí quien más y quien menos ha hecho esto alguna vez. El problema es, ¿hasta dónde?

Porque en esto se habla mucho del límite del que ataca, de lo cuidadoso que tiene que ser para no pasarse de frenada y entrar en la "zona amigos" en la que desaparece toda posibilidad presente o futura de ligoteo. De lo que no se habla tanto, y es a lo que voy yo, es de la otra parte contratante de la primera parte, de la del otro lado, de la que sufre el ataque. De cara a su seguridad, ¿no habría que poner también unos límites?

Quiero decir... que aquí ya somos todos mayorcitos y sabemos lo que hay. Pero bueno, también existen los malentendidos. Y que si tú eres majérrim@ una vez, el/la otro/a ya supone que solo quieres ligar. Y si lo eres dos, pues lo mismo. Y si lo eres tres, pues igual. Pero a lo mejor a la cuarta el atacado empieza a creer que quieres ser su amigo de verdad. Y a la quinta se convence más de eso. Y a la sexta está casi seguro. Y justo en ese momento tú ves claro que no vas a sacar nada de ahí, te las piras y si te he visto no me acuerdo. Y el otro pobre se queda con casa de poker y tres palmos de narices...

Que bien, que la vida es así, que son las reglas del juego, que hay que saber reconocer las señales. Pero que hay veces que no estás avispada. O que hay gente que tiene más talento natural para la actuación y te la dan con queso. Y, claro, te terminas creyendo lo que no es, y cuando te das cuenta de que te han tangado, pues pica. A menudo hasta escuece. Por eso no vendría mal que hubiera un límite de velocidad, como en las carreteras. Una frontera de la que no se pueda pasar porque ya no habría vuelta atrás. Una cinta amarilla como las de las escenas del crimen de las pelis en la que ponga: "Warning. A partir de aquí amistad. Do not pass"

Así estaríamos todos avisados. Los unos para no caer en la "zona amigos" inaccesibles al frinkamiento y los otros para no creerse que han hecho un colega cuando no es verdad. Todo el mundo gana. Ahora que estamos en época que elecciones, lo propongo como posible propuesta electoral para los partidos políticos. Yo voto al que lo lleve en su programa electoral..

7 comentarios:

  1. Ese límite de velocidad ya existe, me parece, y se llama honestidad, sinceridad (o de muchas otras maneras, pero es siempre lo mismo). El problema es que ambas partes (sí, sí, ambas, luego no vale poner cara de uy, pero si yo no...) suelen jugar con las cartas tapadas en vez de mostrarlas sobre la mesa y eso da lugar a cienes y cienes de malentendidos.
    Decir las cosas como son (sin echarle extra de edulcorante ni ser más agrio que un cesto de limones) puede suponer acabar con el jueguito, que es lo que muchos no quieren en principio, pero ahorra muchas situaciones incómodas a posteriori.

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  2. Yo siempre he sido de límites, demasiados quizás, pero no me ha ido mal para ser extraterrestre ;)
    No ofrezcas tu voto así que el Sr. Rajoy tarda dos segundos en ponerte ojitos.

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  3. Buenisimo, ojalá hubiera habído un warning en mi época adolescente... me he hartado a tener amigas, ¿sabes? XD

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  4. El problema es que por cada hombre hay siete mujeres. Si fuera al revés no habría ligoteo alguno, los hombres lucharían a muerte entre ellos para ganarse el derecho a estar con una mujer, y así nosotras nos quedaríamos con el individuo más apto. Son todo ventajas, a las demás especies les va bien.

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  5. Rain, ya, eso es verdad... pero a veces parece pronto para poner las cartas sobre la mesa (por las DOS partes) y cuando por fin se toma esa decisión igual ya es tarde para uno de los dos. Creo yo, vamos...

    PapaCangrejo, qué imagen Rajoy poniéndome ojitos... qué imagen! jajaja

    Holden, ya, y yo amigos jajaja

    Doctora, buen análisis histórico-biológico jajaja

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  6. me sumo al comentario de pseudo.
    NO me entero!!

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.