martes, 31 de diciembre de 2024

¡¡FELIZ AÑO!!

Bueno, como de costumbre no había calculado bien, me veo en la obligación de hacer una trampita y publicar dos actualizaciones en un día para llegar al objetivo de las 75 entradas antes de 2025. Que no es que vaya a ninguna parte, pero al menos cerrar este 2024 del averno con este micro objetivo cumplido. ¡QUÉ MENOS!

A ver, y así también aprovecho para felicitaros las fiestas, que con tanta rabia y desesperanza vital no había encontrado un hueco. Y para daros las gracias, claro, porque aunque parezca que aquí ya no hay nadie, siempre en los peores momentos y en las actualizaciones más chungas aparece alguien para ofrecer una palabra de aliento. Y se agradece, la verdad.

Así que sólo me queda desearos que despidáis 2024 con la patada en el culo que se merece ese cabrito y que 2025 os traiga todo lo mejor.


¡¡FELIZ AÑO!!

(y gracias)

2025, tronco, ¡¡colabora!!

Ni se me ocurre hacer balance de 2024 porque ha sido un año de mierda (con todas las letras, no se merece ni que le ponga un asterisco) lleno de un dolor intensísimo, una rabia incandescente que casi se me lleva por delante a mi y a todo lo que arrasara en mi camino y una desesperanza inmensa, brutal, penetrante hasta lo más profundo de mi ser. 

Lo he pasado tan mal, TAN MAL, que en mucho momentos he creído de verdad que no iba a superarlo porque no sólo no podía (no tenía más fuerzas), sino que no quería, ya no me merecía la pena, no estaba dispuesta a seguir consintiendo esta tomadura de pelo.

Así que me voy a quedar con eso, con que a pesar de los pesares, sigo aquí, pataleando con todas mis fuerzas para salir a la superficie.  Porque aunque por estos lares no haya hecho más que quejarme, en la vida real he hecho todo lo posible para sanar. TODO. Y aunque estoy lejos de la meta, por lo menos sigo en la carrera, algo que no ha estado nada claro en algunos momentos de 2024.

Ahora necesitaría que el 2025 abra un poco la mano, que colabore con la causa, que reme a favor, que ponga un algo de su parte, porque sólo con la fuerza de mis pataleos vamos a velocidad de tortuga. Y si hay un momento para confiar en la magia de los nuevos comienzos es este.

Si alguien tiene enchufe con el nuevo, no me vendría mal que me echara un cable. Yo de momento, como se me ha acabado la gentileza y la amabilidad, se lo voy a pedir con vehemencia:


¡¡2025, COLABORA, COÑO!!

(por favor)




lunes, 30 de diciembre de 2024

En defensa del cliché

Bueno, voy a darle un break al intensismo vital porque a este paso terminaré consiguiendo que explote blogger por exceso de decibelios llorones. Y tampoco quiero ser la responsable de la desaparición de un CMS decano como este.

Así que yo qué sé, hablemos de libros. No voy a hacer balance lector del año porque he leído poco y casi todo de mamarracheo en plan medicina de emergencia para bajones XXL. Pero vi el otro día este gift en el antiguo Twitter y pensé que tenía razón. Que lo clichés literarios tienen mala fama y los ponen de ejemplo de falta de creatividad, pero eso no es cierto. Los clichés lo son porque nos gustan, porque son situaciones familiares que nos pasan en la vida real y que nos da curiosidad saber como los vivirían otros personajes que nos molan. Los clichés bien contados son una chulada y poco nos paramos a pensar cuáles son nuestros preferidos.


Yo creo que el que más me gusta es el de slow burn, que muchas veces está mezclado con el de forced proximity. Son los más creíbles y los que dan oportunidad de hacer escenas más tiernas y cute. Otros como los de rivals to lovers o los de encuentros mágicos son menos verosímiles.

¿Y vosotros?

domingo, 29 de diciembre de 2024

Periplos digitales

No quiero enfadarme con el algoritmo de youtube porque dado que he rechazado todas las cookies posibles, capado todas las opciones de privacidad imaginables y usado el navegador de incógnito muchas pistas no tiene, eso es verdad. Y lo que también es verdad es que a falta de datos se inventa lo más grande y me trae a contenidos sugeridos unas idas de olla que flipo en colores. Fli-po.

Así que yo ya no me ofendo. Cuando abro el ojo a las 4 de la mañana y veo reproduciéndose el vídeo más random que os podáis imaginar, a pesar de que mi último recuerdo antes de quedarme frita es haber buscado una receta de puré de verduras a las 12 de la noche ni siquiera me sorprendo. Lo que hago es ponerme el sombrero de Jessica Fletcher digital y consultar en el historial del navegador el camino de migas de pan algorítmicas que me ha llevado hasta allí.

Y, como podéis suponer, el viaje de Willy Fogg un juego de niños comparado con el periplo internetero de mi cuenta de youtube en modo desencadenado de reproducción automática. Tal que así: receta de puré de (supongo, por buscar algún vínculo) la influencer de turno. <Salto>. Como limpio mi casa (otra influencer fotocopia de la anterior). <Salto> Estrés, bajones emocionales, charla de amigas (esta será influencer, pero en su casa a la hora de comer, porque yo ni idea de quién es) <Salto> 10 lecciones para ganar autoconfianza (coach-gurú con miles de seguidores entre los que no me cuento, porque tampoco la conozco) <Salto> El secreto para seducir según la ciencia. Y aquí, elemental, querido Watson, llegamos al terrible vídeo que se estaba reproduciendo cuando he abierto el ojo a las 4 de la madrugada.

Lo primero que pienso es que es uno de esos mastuerzos salidos del Pleistoceno superior que dan clases para ligar con técnicas de manipulación de la Edad Media y me da una arcada. Después le oigo decir que hay que huir de esa gente y me quedo más tranquila. Por curiosidad me quedo a escuchar un par de preguntas y el tío dice cosas razonables: que para gustar hay que tener una autoestima sana, ser uno mismo, llevar la iniciativa y mantener la calma, no desesperarse, no idealizar a una potencial pareja que ni siquiera conoces aún. Hasta ahí de acuerdo. Pero claro, luego suelta: la tranquilidad afectiva sexual es saber que en un plazo razonable de algunas semanas puedes encontrar a alguien que te guste y conseguir que te corresponda. Y ahí, amigo, ahí ya se te ha ido la mano. Y no por la parte de que te correspondan, que por supuesto, es un milagro muy poco frecuente. Me refiero ya al paso anterior, a que alguien te interese a ti. ¿Qué? ¿Uno cada varias semanas? ¿En qué mundo ideal se supone que pasa eso? Desde luego en el mío no.

No sé en la época estudiantil, donde conoces una media de 80 personas al día, pero en la vida adulta habitual, en la que se suele ir de casa al trabajo y sota, caballo y rey y en la que, por muchas actividades a las que te apuntes, cuesta un mundo hacer amigos nuevos porque la peña está a sus familias y a sus cosas: ¿de verdad me estáis diciendo que encontráis una persona que os guste cada varias semanas? ¿En serio? No que os parezca guapa, que os guste como para plantearos convertirla en vuestra pareja. ¿DE VERDAD? 

No os creo.

jueves, 26 de diciembre de 2024

Que paren las rotativas

Seré breve: me ha tocado la sorpresa del roscón.

Y para que se entienda la potencia de este hecho (en apariencia) irrelevante, haré como Yolanda Díaz y os voy a dar un dato: es la primera vez en mi vida que me ocurre, lo que quiere decir que tras muchas décadas y seguramente varios miles de roscones, esto no había pasado nunca. Es, como diría otra ministra premium de temporadas anteriores, un acontecimiento interplanetario.

Si esto no cortocircuita la mala racha que llevo, nada lo hará.

Rey Mago cutre y medio bizco que me ha salido como sorpresa, en ti confiamos. 

Sin presiones

lunes, 23 de diciembre de 2024

Desahogo

Esto no me he atrevido nunca a decirlo en serio en voz alta, pero hoy necesito soltarlo. Sin bromas, sin medias tintas, sin quitarle importancia. Pienso más de lo que me gustaría en la muerte. No como el final inevitable de todos, sino como una opción. Una alternativa preferible a otras y perfectamente escogible.

Y me sorprende porque yo siempre he creído que la vida es sagrada, que no somos nadie para darla y para quitarla y que coger la salida de emergencia es una pena y un error. Pero pasan los años y cada vez estoy menos convencida de eso. Pienso que vivir tiene que ser un premio, no un castigo y que hay que quedarse mientras merezca la pena, mientras lo bueno compense lo malo. Fuera de eso, quedarse por quedarse, aguantar por aguantar, como en la juergas infinitas, es tontería.

A ver, no soy una niñata que se cree "con derecho a ser feliz" ni que piensa que "el universo le debe nada". Ya sé que la vida es dura, que no todo puede ser perfecto, que aquí todo el mundo tiene lo suyo y se come sus marrones. La clave es que también haya cosas buenas lo suficientemente grandes para compensar esas mierdas. No a todas horas, no todos los días, asumiendo que la existencia son ciclos y que hay épocas mejores y peores, pero que en conjunto la balanza se incline hacia lo positivo. Quedarse para sufrir todo el tiempo es absurdo, no le veo sentido.

Por eso no me sirve de nada el típico argumento de que hay gente que está peor. Ya, ¿y qué? Pero no porque sea una egoísta a la que le de igual el resto, sino porque tampoco le veo sentido en su caso. ¿Merece la pena vivir en guerra, soportando violaciones, estando gravemente enferma sin posibilidad de cura? Para mi no. Otra cosa es que para ellos si porque en su día a día tengan cosas suficientemente buenas para compensar, que oye, genial, me alegro por ellos. Pero de verdad que considero ilógico, innecesario, tener que madrugar, resolver problemas, discutir, enfermar, aguantar insoportables, superar decepciones y lidiar con todo tipo de mierdas a cambio de nada lo bastante significativo, con la suficiente entidad para contrapesar, para resarcirse de lo malo.

El truco está, claro, en que siempre se espera que mejore porque en este mundo lo único permanente es el cambio y cada día es un continuo plot twist. Las cosas son de una manera hoy, pero mañana nunca se sabe. Todo pasa. Yo solía agarrarme a esto, de hecho. El problema es que cada vez me sirve menos por puro agotamiento. Llevo andado como mínimo la mitad de mi camino vital y nada de lo que realmente me importa ha salido bien. He ido tirando de lo pequeño para ir aguantando mientras llegaba algo con verdadera enjundia para nivelar, pero estoy extenuada y sobre todo se me ha acabado la confianza en el futuro. Como Pedro y el lobo en el cuento, ya no me lo trago. Es decir, racionalmente SÉ que podría ser, que hasta el rabo todo es toro, que el partido no se acaba hasta que el árbitro pita el final, que los goles mágicos pueden llegar en la prórroga. Mi cerebro lo sabe, pero mi corazón no se lo cree. Y, sinceramente, tanto esfuerzo para estos resultados está empezando a dejar de merecerme la pena.

sábado, 21 de diciembre de 2024

Vaciada

Lo de fases del duelo de Kübler-Ross muy bien tirado, muy acurate, pero yo creo que le falta una: la del vacío absoluto. Cuando el dolor ha sido tan intenso, tan violento, que ha destrozado tus estructuras internas en plan terremoto. No, en realidad lo visualizo más como la riada de Valencia, una ola de tanta potencia que ha destruido todo a su paso, no sólo con la fuerza del agua, sino con la de todo el material que había arrastrado previamente. Coches, señales de tráfico, contenedores de tu vida anterior golpean tus cimientos, los despedazan y se llevan los trozos. Así que cuando el agua sigue su camino y desaparece sólo deja un páramo vacío. No quedan ni los restos de la destrucción para hacer croquetas, como con las sobras del cocido.

Así me siento, deshabitada, desierta, como si me hubieran vaciado por dentro. No queda nada de lo que yo era antes o está tan sepultado debajo del lodo que no consigo conectar. No logro escribir, ni tener ideas, ni inventar historias, ni pensar regalos originales, ni encontrar soluciones alternativas, ni reír con la intensidad anterior. No me encuentro, no estoy. O igual estoy muerta por dentro, como dice Ter en este vídeo.

jueves, 19 de diciembre de 2024

Detox

Dicen mucho los compositores que es más fácil cantarle al desamor que al amor, que se inspiran más cuando están tristes que cuando son felices. Un poca por las musas y el desahogo y un poco porque cuando estallas de alegría sales al mundo real a disfrutarlo a tope y no te sientas a teclearlo frente a una pantalla.

No sé, yo creo que en mi caso es más por lo segundo, ¿no? Si tienes mil planes te queda menos tiempo para escribir, igual que si hay alguien que escucha todas tus neuras y tus idas de olla a lo mejor no te hace falta ponerlas sobre el papel para sacártelas de la cabeza. Y aunque durante esta última vuelta al Sol mi vida no se ha caracterizado por la alegría, el dinamismo, la esperanza, ni la multitud de actividades variadas eso no se ha traducido en más entradas por aquí. Y eso, queridos lectores, es algo que me tenéis que agradecer fuertemente porque responde a un enorme esfuerzo de contención para intentar dar la turra lo mínimo posible. 

Bueno, no tanto. En parte sí que era para no turraros y en parte porque sigo sin querer (ni ser capaz de) abrirme en canal en plan Shakira en sus canciones tristes o en sus sesiones con Bizarrap. Yo metáforas, imprecisiones, vaguedades, las que quieras. Concretar dolores, aunque sea bajo seudónimo, me cuesta. Y lo que me pedía el cuerpo era precisar al máximo. Así que no escribía. Al menos no aquí.

Pero, chavalada, tengo una mala noticia. Estoy en el absurdo reto este de llegar a final de año con el máximo de posts posibles y eso significa sacar de donde no hay, arañar el fondo del barril. Así que voy a extraer todo lo que encuentre dentro que, ya os lo adelanto, no creo que sea la alegría de la huerta.

De todas maneras, tranquis, que va a ser en plan detox, como el típico virus que te tiene un día echando hasta la primera papilla, pero después te quedas depurada a full y con 2 kilos menos. Pues un poco lo mismo, pero aplicado a los sentimientos. La idea es limpiar los restos de este 2024 del averno, darme la vuelta como un calcetín y empezar 2025 en mejores condiciones para (espero) estar un poco más feliz. Y dar menos la turra, sí. Esa parte os interesa.

Pues, ale, vamos con ello. Que la fuerza nos acompañe. A todos.




martes, 17 de diciembre de 2024

Jeta de adamantium

Suele decirse que el material más duro del mundo es el diamante. Del mundo real, se entiende, porque supongo que hay consenso entre iniciados y neófitos en comics en que el adamantium de  las garras de Lobezno es aún más resistente. Bueno, pues eso hasta ahora, chavales, porque yo vengo a descubriros un material un millón de veces más sólido, más rígido,más compacto, más fuerte: la jeta del usuario tipo de las app de ligue.

Madre del amor hermoso , coleguitas, MA-DRE-DEL-AMOR-HER-MO-SO. Qué cara más dura tiene la peña. Es que no doy crédito, de verdad, donde está la cámara oculta. De los creadores de "Tengo 150 años y soy más feo que pegarle a un padre, pero exijo encontrar una modelo de Victoria Secret que acaba de cumplir la mayoría de edad porque por lo visto no tengo espejos en mi casa ni tampoco calendarios" y de los productores de "Si no contestas a las cuatro trillones de conversaciones que te abren al minuto y si no accedes a dar tu número y quedar en persona a la media milésima de segundo, eres una subidita que sólo buscas likes para alimentar tu ego" llega "Tus fotos no se ven suficientemente bien, no voy a ir a una cita a ciegas".

A ver, José Luis, dejando a un lado que deberías pasarte por la óptica porque se ven perfectamente y no podrían ser imágenes más nítidas ni aunque usara focos de fotógrafo profesional, ¿como tienes la putísima jeta de exigir nada si en tu perfil hay fotos de plantas? En serio, no es una manera de hablar ni una exageración. El notas publica 6 imágenes: dos son de setas, dos son en plan incógnito con unas gafas de sol gigantes y una barba que deja a la vista 1 milímetro de cara, otra está tomada de perfil y a 2000 metros de distancia y en otra bastante borrosa (habla el colega de nitidez, jódete y baila) no se sabe si va disfrazado de pescador o de Inspector Gadget. Que le falta llevar un periódico con dos agujeros para los ojos para completar el kit de espía. Con la información que aporta tu galería podrías ser un histórico de ETA, Bin Laden, tuerto o con un ojo a la virulé. Y con semejante panorama, ¿en serio me estás recriminando que en mis fotos no se me ve bien? Si comparadas con las tuyas en las mías se me pueden encontrar hasta los poros abiertos y los puntos negros de la piel.

En verdad en verdad os digo: que se pongan los científicos a investigar ya la fórmula de semejante dureza de cara, de tamaña magnitud de morro. Alguna aplicación práctica tiene que tener en la construcción sostenible, en las energías renovables, no podemos dejar pasar la utilidad de este sorprendente y milagroso material.

¡Qué jeta tienes José Luis! ¡¡QUÉ JETA TIENES!!


¡¡¡DÉNME MAYÚSCULAS MÁS GRANDES!!!

domingo, 15 de diciembre de 2024

Constancia

Lo voy a decir aquí como para obligarme un poco. Que tampoco es que haya al otro lado mucha gente vigilando, pero vaya, ni que sea mi yo lectora, cuando se encuentre esta entrada.

En breve: diciembre ya, dos minutos y se acaba el año y en estos lares muy pero que muy lejos de las 100 entradas. No es que me lo hubiera propuesto y mucho menos que fuera una prioridad porque con lo rematadamente mal que he estado durante esta última vuelta al Sol la única prioridad era no tirarme por una ventana. Pero vaya, que eso no quita que siempre gusta cerrar el ejercicio con números bonitos y redondos.

Dada la enorme distancia que me separa del ideal, no me lo voy ni a plantear, pero igual sí que aprieto un poco el acelerador. En plan gimnasio de escritura y por salvar algo la cara, yo que sé. Voy por 65, ¿qué meta podría ser plausible? ¿75? No me gustan los impares, pero 80 va a ser mucho cartucho, que no nos pueda tampoco la ambición.

Así pues, dejo constancia: ¡a por las 75 antes del 25! (sí, sí, la rimita, sí, qué suplicio de año nos espera con eso)

¡Que empiecen los juegos del hambre!

¡¡JERÓNIMOOOOO!!

viernes, 13 de diciembre de 2024

De casting con Noemi Galera

Ya sé que no somos muchos por aquí, pero bueno, yo lanzo el debate igual, por si los caminos inescrutables de internet traen hasta este rinconcito a alguien con ganas de participar. A ver qué pensáis.

La peña dice a veces "búscate un novio", como si fuera algo que bastara con proponérselo, que dependiera sólo de ti. Lo comparan con buscar un empleo y bueno, creo que estaremos todos de acuerdo en que no es lo mismo. Y no por cuestiones emocionales. Me explico.

El argumento suele ser que bajando lo suficiente el listón, es imposible no lograr ambos objetivos. Y podría concordar en cuestiones laborales (siempre que no se tenga una edad avanzada crítica o alguna limitación física o psíquica importante, claro). Si no te puedes dedicar a lo tuyo, haz cualquier otra cosa. Y si aún así no es posible, múdate. Adáptate a cualquier horario, a cualquier sueldo, a cualquier trato y siempre siempre siempre podrás conseguir trabajo. En este caso aceptamos barco porque la única condición para considerarlo un empleo es que te paguen por ello, vender tu tiempo a cambio de dinero.

No es lo mismo en temas parejiles. Bajando lo suficiente el listón puedes encontrar pareja si esto significa alguien que accede a no contradecirte cuando lo presentas como tal. Si te vale alguien que no te gusta, que no te trata bien, que no te cuida, con el que no cuadras ni te diviertes, del que no te fías, con el que no te puedes imaginar en el futuro, al que NI SIQUIERA le gustas tú, entonces sí, claro, buscando lo suficiente, siempre encontrarás pareja. Ahora, convendréis conmigo en que eso no es un novio, es alguien a quien puedas llevarte a cenas familiares y reuniones de amigos representando ese papel como quien hace una obra de teatro.

Entonces la peña no debería decir "búscate un novio", sino organiza un casting. Sería una movida al estilo de Operación Triunfo pero al revés, en la que Noemi Galera no pone pegatinas y tú tampoco eliges nada. Pasa a la fase final el primero que acepte quedarse contigo para leer gratis el libreto del galán en la dramedia de tu vida.

Pues, como se dice en los estrenos teatrales: ¡mucha mierda! La vas a necesitar. Eso, aparte de no traerte ni medio rato bueno, tiene pinta de acabar como el rosario de la aurora.

martes, 10 de diciembre de 2024

El complot de los electrodomésticos II, ahora es personal

¡¡Madre del amor hermoso, amigos, MADRE-DEL-AMOR-HERMOSO!!

Como se está poniendo al cosa, coleguis. Miedo me da entrar en mi superguarida porque tengo el temor no del todo infundado de que me golpeen escombros en la cabeza. Cuando buscas en el diccionario la expresión "caerse a pedazos" sale una foto de mi (cada vez menos) dulce hogar.

Es que no sé ni por donde empezar, porque no me cabe el listado ni en todos los servidores que tenga Blogger comprados, alquilados u okupados en la nube. No hay sitio suficiente en el universo infinito para albergar todo lo que tiene desperfectos/falla/amenaza con morir en breve en mi humilde (ya lo puedes decir, ya) morada.

Por resumir, hace tiempo que se está gestando la secuela de El complot de los electrodomésticos. "El retorno de los electrodomésticos sublevados II, ahora es personal" lo protagonizan el microondas que ya hace tiempo no giraba y a eso suma ya ruidos sospechosos, la nevera y sus charquitos intermitentes, la progresiva dejación de funciones de los fuegos de la vitrocerámica en plan peli de terror, hasta que sólo quede uno y por supuesto mi portátil, que los capitanea a todos. Este chulito tecnológico ha empezado un chantaje muy parecido a su antecesor, sólo que con el botón derecho del ratón, que está implicado en la mayoría de los procesos del ordenador. Se cree este advenedizo que voy a ceder tan fácilmente... ¡JA! ¡Piltrafilla! Aguanté meses sin letras en el anterior asedio... Esto que se puede ir apañando con un ratón externo es pan comido para mi.

Y pese a ser este un panorama postapocalíptico bastante dantesco, no es lo que me da miedo. Lo que realmente me asusta es que hay otros componentes del mobiliario que empiezan a desquebrajarse, lo cual --soy muy consciente-- no es sino el primer paso hacia la desintegración. Mis sillas y mi sofá, comprados no hace tanto en la tienda sueca más famosa, imitaban cuero marrón y tenían una garantía de unos años. Y jussssssto ahora que se cumple esa (DESDE LUEGO) bien calculada garantía, les están saliendo grietas. De la forma más dramática posible, abriéndose en canal, están emprendiendo su camino hacia la muerte, comenzando a atravesar la oscuridad hasta llegar a la luz al final del túnel. Y lo más duro para mi ánimo y desgarrador para mi economía es que lo están haciendo en una performance perfectamente sincronizada. Nada de dividirse en turnos para que yo pueda conseguir fondos y afrontar estas inversiones de manera escalonada. ¡¡¡¡NOOOOOOOOOO!!! ¡Hasta ahí podríamos llegar! Ellos a la vez, porque llegaron a mi superguarida juntos y saldrán juntos, en la manada no se deja a nadie atrás. Y que conste que a mi ese compañerismo me parece muy bien, ¿eh? Muy tierno. Pero, ¡coñe!, que alguien piense también en mis poco saludables finanzas.

Queridos lectores, las grietas avanzan. Empezaron en las sillas, llegaron hasta el sofá y comienzan su expansión por las paredes, cuya pintura, por lo visto, debe de tener la misma fecha de caducidad que los muebles. Yo, aterrorizada y sin saber muy bien como parar este proceso de autodestrucción, sigo defendiendo el fuerte de mi SpeedyCueva y lo haré hasta mi último aliento. Así que si no volvemos a leernos, os tendré presentes en mi testamento, que dada esta avalancha de gastos de última hora, tampoco será nada del otro mundo, no os hagáis ilusiones.

Por despedirme en condiciones y sin dramatismos;

Ave blogueros, morituri te salutant

viernes, 6 de diciembre de 2024

Tristancio

Me imagino que no os habréis dado cuenta porque apenas doy la turra por aquí con el tema, pero no estoy pasando por mi mejor momento anímico. Las causas son, como dirían los cursis, multifactoriales, pero no me cabe la menor duda de que gran parte del dramatismo lo están aportando las perracas de mis hormonas, que tienen prisa por terminar de reconvertir mi útero en un gimnasio y me están apretando las tuercas a más no poder. Porque, sí, la vida es requeteperra, pero más o menos como siempre. O sea, igual se me hace más cuesta arriba por hartazgo, porque estoy hasta el mismísimo unicornio de tirar yo sola del carro. Y porque cuantos más años pasan así, menos esperanza me queda y más negro veo que algo llegue a mejorar algún día. Pero vaya, que a grandes rasgos, viene a ser más o menos lo de siempre. Lo que lo hace más duro son las DramaGafas que me ponen las hijas de perra de mis hormonas y sus ciclos de la muerte, que no me dejan ver nada positivo en 3000 kilómetros a la redonda.

Pensando en esto, en que a veces no es tanto lo que te pasa sino como te pilla el cuerpo, me hizo mucha gracia un concepto que le oí el otro día a Buenafuente: el tristancio. Eso de que, "casualmente", cuando tienes hambre y sueño te pones triste y estás convencido de que todo va a salir mal. Luego comes y, "casualmente", la vida se ve de otro color. Pues eso: tristeza + cansancio = tristancio.

Bonito concepto. Necesito uno para nombrar a esta tortura china a la que me somete cada mes mi maravilloso aparato reproductor. Regla+desesperación = reglesperacion.

No suena muy bien, la verdad. Pues peor es sufrirla 12 veecs al año, os lo aseguro.


martes, 3 de diciembre de 2024

Atletas de la incomodidad

No seré yo la que siente cátedra sobre no hacer preguntas inoportunas en momentos clave, porque los nervios son traicioneros y el troll porculero que tengo en la cabeza y yo tenemos mucho por lo que callar, desde luego. Pero de verdad que hay niveles TAN ALTOS  de incomodidad y de metedura de pata que realmente me planteo si no hay un concurso secreto de provocar desagrado y me encuentro por ahí atletas de élite de esta disciplina compitiendo por alzarse con la copa de campeón.

Porque en serio, por muy torpe en la interacción social que seas y por muy tenso que te pongas, es EVIDENTE que hay temas con los que NUNCA vas a llegar a buen puerto. Que es OBVIO que no trae más que consecuencias negativas abordarlos. Por ejemplo, ¿qué te lleva a pensar que preguntarle a una mujer a la que conoces hace 2 minutos por qué no tiene hijos es una buena manera de empezar una conversación distendida? No, sinceramente, dejando aparte los enormemente intrusiva que es esa cuestión, qué respuesta esperas que contribuya a una amena charla:

-Hacerle contar sus problemas de infertilidad.

-Obligarla a que te hable de la frustración de no encontrar, tras años de búsqueda, a la persona adecuada para afrontar la titánica tarea de criar un niño.

-O en el mejor de los casos, que haya sido una decisión voluntaria e intencionada, forzarla a empezar un debate sobre antinatalismo que tiene muchas aristas y que a lo mejor no quiere mantener con alguien a quien apenas conoce.

De verdad, de verdad, de verdad que no sé cuál de estos escenarios les parece más positivo a estos iluminados para empezar una conversación agradable con alguien nuevo. Puestos a competir por incomodar, yo les doy otras ideas geniales:

-Oye, ¿esa cicatriz de herida de bala que tienes en el pecho te la hiciste en plan decorativo, como un tatuaje?

-Háblame de ese subnormal que te metía la cabeza en el inodoro cuando ibas al colegio, que seguro que es tu tema favorito.

-¿Y de la última vez que un virus gastrointestinal te hizo echar hasta la primera papilla por arriba y por abajo no me cuentas nada?

En serio, chavales, con la mano en el corazón, si no veis cosas tan evidentes, buscad ayuda, pero por favor, dejad de ir por ahí sembrando el pánico conversacional. El concurso por la incomodidad máxima se canceló hace años ya. Dejad de competir.