miércoles, 1 de agosto de 2012

La Cuesta del Averno

Justo enfrente de mi casa está...

La Cuesta del Averno.

Aunque llevo tiempo viviendo en mi piso, la verdad es que nunca había reparado demasiado en esa subida infernal, porque a pata y en invierno no parece tan horrible. Pero, ¡ay amigos!, ahora soy ciclista. Y además estos días en Speedytown hace un calorón que te torras. Lo que se convierte en una combinación letal para transformar mi camino de regreso del curro en un auténtico sufrimiento.

Sobre todo porque la ruta sobre dos ruedas de vuelta desde mi trabajo es una sucesión de peligros y adversidades. Son 40 minutos de pedaleo con una inclinación media de un 15% (bueno, no tengo ni idea de los porcentajes en ciclismo, pero que es todo cuesta arriba, vamos) en los que madres kamikazes intentan atropellarme invadiendo el carril bici con sus carritos de bebé, conductores asesinos abren las puertas de sus coches de improviso para hacerme saltar por encima de ellas y peatones suicidas se empeñan en ponerse permanentemente en mi trayectoria. El horror continuo.

Con firmeza y decisión, pedalada tras pedalada, supero cada peligro y me acerco a mi destino. Y cuando ya se ve de lejos mi casa, cuando estoy a puuuuuunto de llegar, cuando tengo las fuerzas justas para terminar el camino...

¡¡¡ZAS!!!

LA CUESTA

Que lo peor no es el dolor de piernas que te produce, ni el glamour que te quita al hacerte sudar la gota gorda y dejarte con unas pintas de pena encima de la bici. Lo peor es que, como te coja al final del día, cansada de toda la jornada laboral, terminas mandándolo todo al carajo, bajándote de la bicicleta y empujándola hasta casa. Y eso sí que no. Vale que la vida es sufrimiento y bla bla bla bla. Pero qué menos que mantener un mínimo de dignidad, ¿no?

Lo único bueno de la Cuesta del Averno es que, como lo que es igual para todos no es ventaja para ninguno, nadie se libra de su castigo. Ver subir a la gente por ella no tiene desperdicio. Hay madres tirando como pueden de sus carritos de bebé, corredores semiprofesionaless con pinta de estar a punto de ponerse a cuatro patas de puro cansancio y ciclistas de todo pelaje luchando contra la subida. Todos tienen en común que van con la lengua fuera y con cara de estar jurando en arameo. Como poco.

¿Conclusión? Cuestas no. Cuestas caca. ¡Hombre ya!

8 comentarios:

  1. Y qué es eso para una superheroína como tú? Me pregunto.
    Y el culito que se te va a poner?? Pues eso! ;D

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  2. Speedy, una de las cosas buenas de mi ciutat es que es llana como la palma de la mano, aunque con el calor humedo y axfisiante que tenemos lo mejor es encadenarse en plan protesta bajo un aparato de aire acondicionado jajaja

    Besos

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  3. Querida Speedy trabajo en Vigo y paso allí la mayor parte del día... Vigo es la madre de tooooodas las cuestas, de hecho moverse en bici es imposible. Ánimo con tu cuesta, yo soy una de las madres sufridoras que tiran del carrito de su bebé como puede :(

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  4. Con las cuestas no queda más remedio que ponerse en plan serio, o ellas o tu. Y la dignidad por supuesto, siempre pedaleando, nunca arrastrando la bicicleta.

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  5. Es que la cuesta es el enemigo natural de los ciclistas, sólo superado por las escaleras y los acantilados ;P

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  6. CMQ, jajaja, lo del culito es mi razón para seguir adelante ;P

    Babilonio, cambio cuestas por humedad, pero-que-ya!!

    Bolboreta, entre el tiempo y als cuestas, Vigo tiene que ser un poco infierno ;P Menos mal que es una ciudad bonita, eh?

    Euclides, el problema es cuando entre ellas y tú... ganan ellas ;P

    Doctora, sí, desde luego, lo de los acantilados es un tema, qué duda cabe ;P

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  7. Creía que era Speedygirl la superheroína que va rauda y veloz. Qué decepción me he llevado!!

    Te iría mucho mejor si en lugar de ir por la acera fueses por la calzada con una marcha larga como hago yo. Aquí, por mi zona está lleno de cuestas mucho más empinadas de las que describes y las subo mientras escucho una alegre melodía in mi mp3.

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  8. ¿Cuarenta minutos? Wow, sí que eres súper.

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.