martes, 31 de marzo de 2020

Escribiendo en tiempos de coronavirus IX: realidad distorsionada

La gente que es positiva de nacimiento no sabe la suerte que tiene. En serio os lo digo. Ante situaciones difíciles es capaz de distinguir y esperar lo mejor y por eso sufre menos, se angustia menos y por tanto se bloquea menos. Y esa ventaja les ha venido de fábrica, se la han encontrado ahí, de gratis. Qué cabrones.

Y yo les puedo insultar con conocimiento de causa porque soy absolutamente lo contrario. No es sólo que sea pesimista, no. Eso aún tendría un pase, porque por lo menos es adivinar algo del futuro, que no está escrito. Hay tanta probabilidad de que sea horrible como de que sea maravilloso, pero bueno, al menos la probabilidad mala está allí, no te la estás inventando.

Mi problema es que yo no soy sólo pesimista, soy negativa. Y además negativa nivel pro, de las que miran un donut y sólo ven el agujero. En momentos difíciles es como si me pusieran un antifaz con un agujerito por el que se vislumbra únicamente lo malo. Mi visión de conjunto se esfuma. Lo negativo se magnifica tanto que lo bueno se vuelve diminuto, casi ni se ve. La realidad deja de ser un reflejo más o menos objetivo para convertirse en una imagen distorsionada como las de los espejos de feria a partir de la cual es imposible tomar ninguna decisión medio razonable. Más todavía si a ello le sumas la angustia, el terror y el bloqueo de creer con absoluta certeza estar viviendo el apocalipsis.

Esa soy yo, amiguis. Es mi tendencia natural. Una muy mala característica contra la que lucho cada minuto de cada hora, pero que es fuerte en mi. Lo bueno de cumplir años es que eres cada vez más consciente de que tu mente percibe apocalipsis cada 10 minutos y termina surgiendo una voz en tu cabeza que procura poner un poco de cordura, compensar y reequilibrar esa realidad distorsionada. Pero es una voz que sigue hablando muuuuuucho más bajito que la otra.

Por eso me dan tanta envidia las personas positivas, que ya parten con la mitad del trabajo hecho en momentos cruciales y de tensión. Y por eso necesito escuchar a gente como el presidente argentino, que no conozco de nada, del que no había oído hablar antes y que no sé si es bueno, malo ni qué políticas hace, pero que te dice con toda seguridad que de todo se sale porque ya ha salido de cosas peores antes. Y se ve que el tío se lo cree del todo, así que tú también te lo crees un poco. Y la voz bajita de tu cabeza se oye algo más alta.




Los argentinos han estado sembrados hoy, la verdad.

Y mañana un día más, un día menos.  Muchos ánimo y (sí, lo habéis adivinado)

¡¡QUÉDATE EN CASA!!

4 comentarios:

  1. Yo soy optimista, pero si algo puede salir mal saldrá mal. jejeje

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  2. Serás negativa, pero también muy graciosa... por si te sirve de algo 😉

    Besos.

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  3. Mira...ahí Devoradora..lo ha "clavao".

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  4. PapaCangrejo, jajaja, hombre, pues ese es un optimismo tirando a regulero, ¿eh? ;P

    Devoradora. no sé yo si "muy graciosa" es la palabra, pero se agradece la amabilidad, siempre y más que nunca en estos días del horror. Besos para ti

    Pseudo ídem que Devoradpora, guapi. gracias!

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.