viernes, 27 de diciembre de 2019

Tiburcios everywhere

Tiburcio es guapo, inteligente y simpático pero, como me pasa con el chocolate, sé que a la larga no me sienta bien, así que estoy intentando desengancharme. Y lo hago con la misma técnica que con el chocolate y el azúcar: evitando todo contacto visual, táctil, auditivo, olfativo y, por supuesto, gustativo con la fuente de mi adicción.

Supongo que precisamente por eso, y por la inmisericorde ley de Murphy, ahora Tiburcio está por todas partes. Ese es el nombre de una tienda de móviles que tiene franquicias cada tres pasos. Los protagonistas de las pelis americanas en vez de Eddy o John de repente se llaman Tiburcio. Los científicos que entrevistan en las noticias para explicar las investigaciones sobre el cáncer son Tiburcio y su equipo. El tipo que me da la turra para que ordene las cuatro perras que tengo en el banco se presenta como Tiburcio. Entre los libros más vendidos este año, están el de Jaimito, Pepito y Tiburcio. Voy a ver cualquier peli al cine y en los títulos de crédito el primero que sale es Tiburcio. La cuenta de twitter de mi programa favorito de la tele la lleva Tiburcio. Mis vecinos acaban de tener un bebé y sabéis como le van a llamar, ¿no?

Basta ya. Stop Tiburcios. Así no hay quien se desenganche ni con toda la fuerza de voluntad del mundo.




3 comentarios:

  1. hay que hacer como el chocolate pero en el sentido de no comerlo todo el tiempo sino en cantidades que no hacen mal, no a lo loco! ja... felices fiestas...

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  2. JLO, ojalá mantener algunas cosas bajo control fuera tan fácil de hacer como de decir ;P

    Devoradora, en ello estoy, gracias.

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.