jueves, 9 de febrero de 2017

Tú te lo pierdes

Lo voy a aclarar desde el principio, porque igual en los siguientes párrafos parece lo contrario, pero yo tengo una autoestima bastante enclenque. Soy muy muy consciente de mis defectos y limitaciones porque siempre estoy en primera fila de mis enormes cagadas y soy un público difícil, de los que no perdonan fácilmente un resbalón. Hay muchas cualidades (muchísimas) que no tengo y me encantaría tener y un millón de cosas que cambiaría de mi. Pero también sé que hay unos cuantos rasgos importantes, básicos, que yo tengo y que no son tan corrientes. Y puedo decirlo con total tranquilidad porque no es mérito mío, sino de los Speedypadres que me han sabido educar concentrándose en lo (a mi juicio) esencial de verdad. Esencial y poco habitual, dicho sea de paso.

Y yo lo sé bien: estoy en esa época de la vida en la que no paras de pegarte leches porque cosas que dabas por sentadas resulta que no están tan garantizadas como siempre habías creído. Crecer, lo llaman algunos. Yo lo llamo darte cuenta de que la gente va a su bola y no puedes fiarte de (casi) nadie. Y es curioso que esta revelación no sea algo que se tiene de una vez por todas y ya está, sino que sea como una serie de explosiones sucesivas en tu corazón. Cada vez que te pasa con alguien es un latigazo. Siempre piensas que a la siguiente ya te lo vas a esperar y que no te va a doler, pero resulta que sí, que duele cada vez. Un chollo  total, vamos.

De la suma del dolor de esta cadena de explosiones sólo sacas la enseñanza general de que el ser humano es colosalmente egoísta, que (casi) todo el mundo se pone a sí mismo en primer lugar y que sólo hará algo por ti a quien le intereses por algo o le encajes en sus planes de vida de alguna manera. Salvo honrosas y escasísimas excepciones, por aquello de que quien tiene un amigo tiene un tesoro,(casi) nadie va a estar a la altura de las circunstancias.

Bien, pues yo soy una de esas excepciones. De mi te puedes fiar. Yo soy leal, sincera, honrada. Yo siempre estoy ahí. Yo me preocupo por ti, te escucho, te cuido. Yo pienso en lo que te viene bien a ti, igual que en lo que a mi me conviene. Yo estoy atenta a los detalles. Yo guardo tus secretos. Yo mantengo mis promesas. Puede que no sepa cantar, ni dibujar, ni cocinar. Puede que sea la peor fotógrafa de la historia de la humanidad, que mi habitación sea un vórtice de entropía y que no entienda ni jota de deportes y vídeojuegos. Pero a mi ME IMPORTAS y siempre podrás contar conmigo para lo que necesites.

¿Y tú tiras todo eso a la basura por... ni siquiera sé si es a cambio de algo? Bueno, pues tú te lo pierdes. No se hizo la miel para la boca del asno.

4 comentarios:

  1. Que se joda. Solo se puede decir eso de quien sea que hables, que se joda una y mil veces. Y más, si hace falta.

    Y no vuelvas a pensar en esa persona, si puedes.

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  2. Amiga...¡eso le pasa a todos los superheroes!
    Pero en resumen: quien pierde es quien no te aprecia
    Animo

    Por cierto soy Pérfida
    Un saludo coleguita

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  3. Esas que comentas son virtudes importantes, haces bien en sentirte orgullosa de ellas.

    Y, bueno, si te encuentras a personas que no las han valorado lo suficiente, tampoco merece la pena enfadarse o darle demasiadas vueltas. Cada persona es un mundo y tiene que aprender a valorar lo que es importante por su cuenta.

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  4. Holden, buen consejo, aunque no siempre fácil de hacer

    Perfida, es verdad, nos pasa a todos

    Tarambana, muy zhen te veo ;P

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.