Como muchas cosas centrales de mi vida van mal de forma sostenida desde ni se sabe, en los momentos de bajona yo tiendo a pensar que soy gafe o que me ha mirado un tuerto. Tanto, en realidad, que ya en el colmo de la desesperación oí el otro día a una chica decir que su abuela quitaba el mal de ojo y me planteé seriamente probar a ver si podía sacármelo a mi. No es que crea yo mucho en esas cosas, pero he hecho otras acciones menos frikis y más razonables que tampoco han servido de nada, así que tampoco me parecía tan loco intentar oooootra opción más.
Todavía estoy en proceso de reflexión, ya os contaré si me decido. El caso es que dándole vueltas a esto del infortunio conocí a un pobre chico que también tiene un curriculum en desastres varios que telita. Y pensé: si nuestros gafes compitieran: ¿quién ganaría? ¿Cuál tendría más potencia? Si los dos circuláramos por una carretera en la que hay un clavo en el asfalto, ¿qué coche pincharía, el suyo o el mío?
De hecho, me acuerdo que ya pensé algo así durante el CoronApocalipsis, Aquello fue tan tocho que se suspendieron eventos GIGANTESCOS que nunca antes se habían cancelado y yo me preguntaba quién de los afectados pensaría que tiene la maldición más heavy: el que consigue cargarse Eurovisión, el que logran tirar por tierra las Olimpiadas o el que estaba a un partido de ganar la liga justo antes de que la pararan. Porque todos ellos tienen superpoderes en plan mal potentes al máximo, ¿eh?
Así que, pensándolo bien, igual el truco es eso, ¿no? Encontrar a alguien con peor fortuna que tu y pegarte a él en modo escudo para que vaya por delante atrayendo (y padeciendo) las desventuras del mal de ojo y te deje el camino despejado. Un poco la idea de esta joya del séptimo arte (ejem, ejem), pero sin tener que intercambiarla con nadie ni equilibrar nada.
¿Os imagináis que funcionara? ¡¡Sería taaaaaaaaaaaaaaaaan guay!!
No he podido evitar acordarme de un episodio de Doraemon jajaja tenía un invento para pasar la mala suerte a otros. Ánimo.
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