viernes, 20 de septiembre de 2024

Same, Ricardo

 
 
"¿Qué haces? Sufro. Y en mis ratos libres, escribo."
 
Same, Ricardo, same
 

 
 
Que ya lo sé, Cesare, no metas el dedo en la llaga. Que lo tengo claro. Pero que trato de evitarlo por todos los medios y no hay manera. Intento ser objetiva, racional, ver el donut completo y no sólo el agujero. Pongo el máximo esfuerzo en no quedarme atrapada en el enfado, en la rabia. Medito, respiro, procuro fluir, no luchar. Pero como si quieres arroz, Catalina.

Pienso mucho en por qué no consigo controlar esto y creo que es que porque en algún putrefacto rincón de mi cerebro hay una neurona anticuada y rancia que archivó en un pasado muy muy remoto dos  bulos absurdos nivel terraplanista: Que si te esfuerzas lo suficiente al final consigues lo que quieres y que el esfuerzo conlleva sufrimiento. Dos mentiras como dos catedrales que se quedaron allí grabadas a fuego, que no hay quien borre y que me amargan la vida full time. Y encima se juntan con otra neurona delulu, prima hermana chunga de la antediluviana, que está convencida de que aceptar algo malo implica que no te mereces lo bueno y que jamás te va a pasar si te rindes. Aceptar=tirar la toalla. Aceptar=no ser digna, no valer lo suficiente para vivir algo bueno. Menudas asociaciones de mierda. Esta esa parte de mi corteza prefrontal para llevarla al punto limpio.

Dicen los maratonianos que el dolor es inevitable, pero que el sufrimiento es opcional. Pues no sé, decídselo vosotros a la mi cerebro boicoteador, porque a mi no me ha ce ni puto caso.
 

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.