domingo, 22 de noviembre de 2020

SpeedyCabreo futuro

Uno de los rasgos que me gustan poco de mí es que en algunos tema huyo hacia adelante. Son asuntos complicados que me da pereza afrontar y en cuanto puedo los dejo para mejor ocasión, pasándole el marrón a la Speedy del futuro. Como os podéis imaginar cuando le llegan a mi yo futura se caga 100 veces en la pasada porque las dimensiones del marrón lejos de reducirse se han multiplicado y ahora es más difícil de solucionar. Claaaro que sí. 

El ejemplo perfecto de esta horrorosa costumbre mía es el calzado de verano. Me cuesta un mundo encontrar unas sandalias que no me hagan daño, así que cuando al fin encuentro unas las uso hasta que las destrozo. Si hay suerte sobreviven hasta el final de los meses estivales, en cuanto llega el fresquito me pongo otros zapatos y meto esos restos inservibles en el zapatero esperando que sanen mágicamente para la próxima campaña veraniega. Eso no ocurre, claro, y cuando una acaloradísima Speedy futura busca desesperada unas zapas abiertas para aguantar los 40 grados a la sombra que ya empiezan a caer en mayo se tiene que seguir poniendo botas altas porque los despojos esos del zapatero no sirven para nada y menos para andar sobre asfalto incandescente.

Bien, pues esta inteligentísima jugada la hago aaaño, tras aaaaño, tras aaaaño y ahora ha llegado 2020 y su apocalipsis pandémico y ya os podéis imaginar. Como el maldito bicho no nos ha dejado hacer NADA, ni siquiera he necesitado calzado nuevo. Para andar los escasos metros que separan mi casa del coche, el coche de mi curro y vuelta podría haber ido incluso descalza. Además comprar con aforos limitados y sin poder probarse las cosas era una experiencia ma-ra-vi-llo-sa que evitaba todo lo que podía así que en mi zapatero ahora hay unos zarrios que ya ni se intuye que en su día fueron sandalias y que sólo van a servirle a la Speedy del futuro para cagarse en la del pasado, porque desde luego para andar no.

Aunque, bueno, quién sabe. Como este CoronaSuplicio lo ha vuelto todo del revés, no se puede organizar la vida y pensar en pasado mañana ya es planificar a largo plazo, el verano que viene todos calvos. Igual estamos todavía confinados. O me he ha podido la presión y me he ido a la montaña a asar castañas y hablar con Dios, en albornoz y descalza. O llega el asteroide ese del que tanto avisan que roza la tierra, impacta por fin (que estamos en 2020 y este añito se las trae) y morimos todos de una vez por todas, en cuyo caso tampoco me hacen falta sandalias. A saber.

La tristeza de esta nueva Anormalidad se ve en que me regalaron ropa por mi cumple que no he llegado a estrenar porque no ha habido ocasión de ir a ningún lado, en que lo poco que he usado está lleno de manchas de lejía, hidrogel y desinfectante y que mi zapatero está en horas más bajas que nunca. Así que ahora mismo tengo una única certeza: si llegamos al verano que viene la Speedy del Futuro va a tener un cabreo soberano con la Speedy pasada. SO-BE-RA-NO..

2 comentarios:

  1. Me pasa similar, pero la pandemia hizo que use poco pantalones (me vestía elegante cintura para arriba dónde los ojos indiscretos de la cámara llegaba), y casi ni calzados usé... y por mi trabajo seguro siga tiempo más en homeoffice.

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  2. NsNc, pijamas y ropa cómoda de estar por casa son tendencia esta temporada, parece que será el look estrella para NocheVieja, de hecho, jajaja. En fin, qué tristeza de año, mejor reirse.

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.