martes, 6 de diciembre de 2022

Caminitos de porquería

No sé cómo ser tan relajada como Sasha. No sé cómo no dejar que la mierda se me meta debajo de la piel. Cómo apagar la parte de mi cerebro que está arañando las paredes.

(The Dare, Elle Kennedy)


Tengo unas zapatillas de casa con alma de aspiradora. O mopa atrapa polvo, no lo tengo claro. El caso es que se dedican a almacenar en sus suelas toda la porquería posible que es, aunque parezca mentira, muchíiiisima porquería. Pero mu-chi-si-ma. Tanta, en realidad, que se mete en las rugosidades del material y forma una película cada vez más y más gruesa que se acopla a la suela real a modo de plataforma. Hay momentos que me veo en el espejo y me da la sensación de que he crecido cinco centímetros. Sin exagerar.

Además de este cambio de estatura repentino, la señal de que la acumulación de suciedad está llegando a niveles insostenibles son los caminitos de porquería. Las zapatillas no tienen más capacidad de almacenaje y van soltando parte de su carga mierdosa por donde piso, lo que deja un rastro de huellas que haría las delicias de cualquier detective con lupa metido en la resolución de un misterio al más puro estilo Sherlock Holmes.

Lo más preocupante del tema no es la ingente cantidad de inmundicia que las zapatillas atesoran, sino la gigantesca cabezonería con la que la retienen. Tú las vas a sacudir pensando que será fácil, que les haces un favor, que será un alivio liberarlas de toda esa guarrería sobrevenida y ellas no la sueltan ni a tiros. Ya puedes sacudirlas, rascar, tirar de los hilachos de porquería agarrados entre sí y a las suelas como las plaquetas de Érase una vez la vida, que la suciedad persiste.

Y tú piensas: ¿dónde habrán aprendido unas zapatillas de casa semejante comportamiento molesto y dañino, a absorber  toda la mierda hasta que se hace imposible de gestionar y rebosa por todas partes? ¿Habrán estado hablando con mi cerebro?

Será eso.

5 comentarios:

  1. También a mí me ocurre eso, menos los meses de verano.

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  2. Usando una radial, puedes cortar el sobrante, y vender el sobrante como ladrillos biodegradables. Bueno según el pie que calces. Es una idea para reciclar. Los ladrillos biodegradables no sé qué ventaja tienen. Igual se cae la xasa cuando llueve, pero biodegradable siempre es un plus
    Abrazoo
    Abrazoo

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  3. A mí lo que me preocupa es lo rápido que se regenera toda esa porquería, porque da igual lo a menudo que limpies, siempre hay.

    Besos.

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  4. ¡Qué va! Lo han aprendido de un gato, lo tengo claro. Desde que adopté a la mía, he podido limpiar toda la pelusa que habita debajo de muebles que no puedo mover: ya es encarga ella de sacarlas.
    Besitos.

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  5. Cabronidas, en verano no te pasa porque vas descalzo y no llevas zapatillas, ¿no? jajaja

    Gabiliante, en toda la porquería de mis suelas de zapatilla puede haber hasta elementos radioactivos, no sé yo si sería muy ecológico reciclarla jajaja

    Devoradora, SIEMPRE HAY. Como la rumba, que da igual cuantas veces haga el recorrido, siemppre absorbe porquería

    Noelia, en su infinita generosidad, no solo recoge la porquería de debajo de los muebles, sino que la REPARTE, para que nadie se quede sin un poco. Todo bondad jajaja

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.