viernes, 17 de septiembre de 2021

Posturea para que todo el mundo lo vea

El otro día leí que hay un porrón de peña que sigue muriendo (¡a estas alturas!) de cáncer de pulmón relacionado directamente con el consumo de tabaco. Y eso a pesar de que ese tema está investigado, demostrado y nos lo vienen advirtiendo hasta la saciedad desde ni se sabe cuando.

El otro día leí también que hay un porrón de peña, sobre todo chavalada, que ven afectada su salud mental a causa de las redes sociales. Síntomas de ansiedad, depresión, trastornos alimenticios, ciberbullyng y una dependencia de estas aplicaciones prima hermana de las de las drogas clásicas. Y eso que esto también hace  tiempo que nos lo están avisando. Aunque menos que lo del tabaco, es verdad.

Yo en este este asunto tengo suerte, supongo. No me ha costado ningún esfuerzo mantenerme alejada de estas movidas porque nunca me ha llamado la atención fumar, ni meterme de todo, ni siquiera tomar café. Con las nuevas tecnologías, tres cuartos de lo mismo. 

A Facebook llegué tardísimo. Me lo hice sólo porque hubo una época que la peña convocaba las fiestas de cumple por esa vía, nunca lo entendí demasiado y me dedicaba a postear allí capturas de chistes que me habían hecho gracia en Twitter. Lo usaba fatal y por supuesto no me enganché.

La única red social en la que he permanecido es, precisamente, Twitter, y creo que es porque, en realidad, no se me puede considerar usuaria. Soy como una espectadora, más bien. Leo para informarme o echarme unas risas, pero prácticamente nunca escribo. Interactúo lo justo, retuiteo lo que me mola y casi nunca me llega el odio que inunda esa aplicación. Leo mucho las quejas sobre ese odio, veo las capturas de otros, pero a mi, la verdad, no me salpica. Será porque no escribo, me imagino.

A Instagram no es que haya llegado tarde, es que ni siquiera se puede decir que he llegado. Me abrí uno por motivos laborales y cada vez que entro tengo que cambiar la contraseña porque se me olvida de la cantidad de tiempo que transcurre de una vez para otra. Esa app nunca me enganchó. No le di tiempo, supongo. Toda esa felicidad fingida, esas fotos perfectamente trucadas, esos filtros evidentes me echaban para atrás porque me olían a cerrado, me parecían un decorado de cartón piedra. Soy la primera que se compara y que siempre cree que los demás tienen una vida mejor que la mía. Me creo hasta las películas románticas en las que el enamorado para un avión en marcha para retener al amor de su vida. ¿Pero Instagram? Lo siento, pero no me creo nada. De hecho, les sugeriría a los jefazos de esa app que añadieran un nuevo botón al lado del corazoncito, algún emoticono molón para poder decir: "Buen intento, pero no me lo trago. Yo te conozco en la vida real y no eres así."

Y de Tik Tok mejor ni hablamos, porque aún no he sido capaz ni de abrirme mi propia cuenta. Por ahora uso la de los SpeedySobris para que me enseñen lo que les hace gracia, con eso no os digo nada y os lo digo todo...

Bastante chungo es ya de por sí el día a día como para tener que estar midiendo la felicidad en likes, ¿no?




4 comentarios:

  1. Para que veas lo diferentes que somos...yo nunca he tenido Twiter y la que más uso es Instagram pero no se me ocurre seguir a ninguna "influencer", la abrí para controlar la de mi hija que se la descargó con doce pese a ser ilegal pero ella la usaba para colgar sus dibujos y las fotos artísticas que hacía.Yo sigo galerías de arte, artistas, librerías, editoriales, lugares paradisíacos y algún humorista.
    Mi hija ahora tiene otra cuenta que dice que es solo para "postureo" donde siempre sale tapándose la cara con el teléfono frente a un espejo y el dedo corazón en alto...cosas de la edad imagino.
    También sabe que si la pillo fumando, publicando chicha o aceptando seguidores que no corresponde...se queda sin teléfono de por vida.

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  2. Tengo Facebook. Me lo abrí para seguir un montón de promotoras de conciertos de la música que me gusta y estar plenamente al día. También estoy en seis grupos de facebook de blogs donde promociono el mío, al igual que en twitter. De hecho, todo gira en torno al blog y mi afición por la música y la lectura. El resto de lo que me pudiera ofrecer cualquier otra red social, a parte de las ya mencionadas, me la suda sobremanera. Por otro lado, no interactuo nada y paso prácticamente desapercibido.

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  3. Soy muy consciente de lo perjudiciales que pueden ser las redes sociales porque las utilizo bastante, aunque mayormente como espectadora.
    Yo soy de las personas que tienen que hacer un gran esfuerzo para no engancharse a ellas 😣

    Besos.

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  4. Pseudo, y yo que creo que Twitter te gustaría cuando le cogieras el tranquillo... Y me parto con lo de tu hija con el dedo corazón en el espejo!! Le pega tod posturerar así, ¿no?

    Cabronidas, es que interactuar en las redes si no te encannnnnnta es un coñazo total, ¿no? Al menos a mi me lo parece.

    Devoradora, hay que tener cuidadín, sí, enganchan enseguida

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.