lunes, 14 de septiembre de 2020

Truños navideños clónicos

Nunca se me han dado bien las matemáticas y jamás llegué a entender del todo el asunto turbio de los números racionales, irracionales y toda esa mandanga. ¿Infinito? ¿Qué es eso de infinito? El espacio es infinito. Los decimales de pi son infinitos. Pues muy bien, pues vale, pero qué queréis que os diga, no lo terminaba de ver claro. HASTA HORA.

Infinito. ¿Sabéis qué es infinito? El numero de películas de sobremesa relacionadas con la Navidad que hay en el internet profundo, medio y superficial. Qué barbaridad. Es inabarcable, inacabable, descomunal. No se terminan nunca, jamás. Increíble.

Bueno, las llamo películas de sobremesa para que nos entendamos y porque llamar bodrios a semejantes pestiños me da pena, pero vamos, me imagino que ya veis por donde voy. Me refiero a esas joyas del Séptimo Arte sin un mínimo argumento coherente, con unos personajes planísimos y unos diálogos que dan vergüenza ajena. Lo que viene siendo los requisitos indispensables para ser considerada peli de serie B de sobremesa pero con un extra: que esté relacionada con las celebraciones navideñas. ¿Hay un límite de veces en las que se pueda contar la misma sosísima historia plagada de clichés por todos lados y sin la más mínima originalidad? Parece ser que no.

Amor en Navidad. Navidades dulces. El chocolate de la Navidad. Aires navideños. Navidad en Roma. ¿Detectáis un patrón?

Y bueno, si los títulos se parecieran pero por lo menos contaran tramas distintas... pero no es el caso. 

Chico conoce a chica. La chica es periodista, o escritora o se dedica a organizar bodas o tiene una cafetería y/o pastelería. Siempre. Por lo visto es imposible enamorarse teniendo otro tipo de empleo o profesión. Él trabaja en una gran empresa o regenta un negocio. A uno de los dos le encantan las fiestas y el otro las odia. Coinciden por una casualidad absurda que de alguna forma aún más absurda se alarga y les obliga a pasar tiempo juntos. Él suele ser viudo con una adorable hija pizpireta y moñas a partes iguales. Ella suele estar sola con sus vástagos porque quien sea la ha dejado tirada. Al principio SIEMPRE se caen mal. SIEM-PRE. A los 2 minutos surge el amor todo el rato siempre. No os lo esperabais, ¿eh?

Pero las coincidencias de unas pelis con otras no acaban ahí, claro. Siempre se cocina en algún momento del metraje. Normalmente galletas navideñas o pan de gengibre. Las casas son gigantes, sus luces decorativas podrían divisarse desde la subestación espacial y hay muérdago por todas partes. Y siempre SIEM-PRE se compra y se decora un árbol de navidad. Otro sorpresón inesperadísimo, ¿verdad?

A mi lo que más me alucina del fenómeno de los truños navideños clónicos no es tanto que se cuente la misma historia una y otra y otra vez porque, bueno, en realidad la Humanidad lleva dándole vueltas a lo mismo desde los clásicos griegos. Temas atemporales, los llaman, o turra infinita para los amigos. Lo que me flipa es que ni se molestan en darle un giro, en explicarlo de manera mínimamente original. Son copias descaradas unas de otras. descaradísimas. Los personajes, las situaciones, los diálogos, los malentendidos... todo es idéntico. De hecho, hasta los actores suelen ser los mismos. Firmarán los proyectos en pack, supongo, en plan oferta del hipermercado. Tardarán poco en memorizar sus frases que son casi iguales en unas cintas que en otras. Lo complicado será distinguir en qué rodaje están, me imagino.

Y el tío trajeado del despacho que aprueba estos proyectos se irá a la cama cada noche descansado, satisfecho por un trabajo bien hecho, por su inconmensurable aportación al mundo del arte, ¿no? Las conversaciones con los guionistas convenciéndose mutuamente de que no ruedan LA MISMA peli una y otra vez tienen que ser de traca,

-Y, agárrate bien a la silla no te vayas a caer de culo con la innovación que he introducido, la protagonista de se llama Mary Anne y no Mary Sue y ¡OJO! tiene el pelo ondulado y no liso.

-Madre mía, que torrente de imaginación, si su hijo pequeño es moreno en vez de rubio rompemos el inventómetro.

-Te habrás fijado, además, que la portada de este guión es roja. ¡ROJA! El resto no lo he tenido que imprimir. Me quedaban copias del libreto de la anterior película y sirven igual porque para el caso patatas, pero la portada es un carrusel de emociones, no me lo negarás...

En finnn... Si las hacen es que las teles las compran porque la gente las ve, ¿no? Y luego me extraño de las los productos más locos de la teletienda... Tenemos lo que nos merecemos.

3 comentarios:

  1. A los que les gustan esas pelis, no se cansan de verlas. No hay más, es así.

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  2. Hay necesidad de ver cosas planas, inútiles que no hagan pensar mucho como los debates políticos de la sexta y el 90% de Telecinco. Al menos en esas pelis puedes escuchan los discos navideños de Dolly Parton.
    Besicos

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  3. PapaCangrejo, tienen su público, está claro.

    ECDC, con lo de las cosas planas estoy de acuerdo, es una necesidad, lo que me sorprende es que les guste siempre LA MISMA cosa plana, con la de cosas planas que hay por ahí para elegir jajajaja

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.