He visto esta imagen en Twitter y he pensado que sí, que es verdad, que cada uno tiene lo suyo, que la vida son épocas, que hay momentos buenos y malos. Y es verdad que a veces eres el coche blanco, otras el negro, otras el gris. O así debería ser.
Pero qué pasa cuando la regulación de semáforos falla y se forma en tu carretera vital un gigantesco atasco sostenido de coches mierder. Que intentas centrarte en que no son camiones mierder, ni grúas mierder ni hormigoneras mierder, que son más de tamaño utilitario, recogido, pero que no hay uno medio apañado para compensar. Que no hay un coche blanco, ni uno azul clarito ni uno de esos de los que se cambian de carril en la foto.
¿Qué sentido tiene soportar un embotellamiento eterno de shit cars?
Desde que te enteras de que Disney te ha tomado el pelo y que los príncipes azules no existen todo es bajar el listón. Asumes que no todo el mundo puede tener la cara y el pelazo de Robert Redford, ni la clase de Cary Grant, ni el carisma de George Clooney, ni el pacto con el diablo para nunca envejecer de Brad Pitt. Entiendes que no todos los que te encuentres serán millonarios, con trabajos significativos, emocionantes con buenos horarios y buen sueldo. Comprendes que aquí quien más quien menos tenemos nuestras cosas y hay que tolerar cierta cantidad de desacuerdo, incluso de rarezas.
Aceptas que cada uno tiene sus experiencias, sus traumas, sus mochilas emocionales. Que la comunicación es difícil y que a veces alguien quiere expresar algo y el mensaje que llega es otro. Admites además la disincronía, el hecho de que a menudo las cosas no llegan en el momento oportuno.
Y sigues bajando el listón. Que sea bueno, inteligente, interesante. Que me haga reír. Que tenga detalles.
Y continúas bajando. Que sea, al menos, amable. Que me trate bien. Que pueda fiarme. Que muestre interés.
Y la bajada se empina. Que no esté condenado por malos tratos, ni atravesando una depresión severa, ni lleno de rencor por su pasado.
Y bajas aún más y más: Que me caiga, al menos, bien, que esté mínimamente a gusto con él. Cómoda.
Hasta que llegas a la cota cero, a partir de la cual necesitarías una tuneladora para seguir bajando el nivel. Y piensas: "Por favor, parafraseando a Joey, que al menos no me irrite hasta el punto de que me den ganas de arrancarme un brazo para tener algo que tirarle".
Voy a colocar la imagen de arriba como foto de perfil, tuit fijado y me la pego en la frente si es necesario. Aquí no puedo explicar nada más porque sigue en vigor la campaña StopTurras y no están mis finanzas lo suficientemente boyantes como para arriesgarme a multas. Pero vamos, yo creo que, como diría la gran Noemí Argüelles en Paquitas Salas: digo pocas cosas, pero se me entiende.
¿Vosotros os creéis este mapa? Yo en los sitios donde ponen cifras a partir de 13 sí, en el resto ni de coña. Preguntadle a cualquier persona de bien cuántos días seguidos ha llovido este mes y no os va a decir ni 6, ni 7, ni 8 ni 9 a no ser que esté intentando ser irónico.
Digan los que digan los pluviómetros, la tecnología, la AEMET y mi tía Pepa a mi no me vas a convencer de que no llevamos dos siglos y medio de llover sin parar. Parece esto ya una cámara oculta. No sé como lo hacen los habitantes de climas con precipitaciones frecuentes para no cortarse las venas, porque yo cada vez que veo una ventana alta tengo reprimir las ganas de tirarme desde ella y acabar con mi sufrimiento. En serio os lo digo.
Por favor, Sol, por piedad, por compasión, vuelve ya de vacaciones. Incorpórate al curro en tus horarios habituales que no podemos más.Venimos de una pandemia, dos crisis económicas, una guerra y mejor no pensar lo que nos queda por delante, dado como está el panorama. Tenemos las resistencias al límite. O nos ayudas con unos cuantos rayitos o nosotros nos plantamos aquí.
Buscando otras cosas en este blog que ya va camino de los 15 años (¡bua, niño, como pasa el tiempo!) me encontré con un montón de fotos que había usado para otras entradas. Y fue curioso que me pasó como en esas sopas de letras en las que te dicen que las primeras cinco palabras que encuentras dicen mucho de ti, de tu bagaje cultural, de tu estado de ánimo. Pues un poco lo mismo, pero con tuits. Fue una especie de resumen de como me siento la mayoría del tiempo últimamente. Así que he pensado que para qué voy a escribir yo, si ya lo hace mi blog solo, adiestrado a través de años de chapas infinitas. Os dejo con él y aprovecho para desearos buena semana. Y por la sombra, bombones.
Hay un viejo truco para saber si una persona está mínimamente MÍNIMAMENTE interesada en ti o en lo que estás diciendo. Y es ir bajando paulatinamente la voz, para comprobar en qué momento te pide que repitas, que no te ha oído bien. Si eso no ocurre a partir de determinados niveles, no te está escuchando.
Estoy harta ¡HARTA! de que se me reproche que no pongo lo suficiente de mi parte, que no tengo paciencia, que pido mucho. Yo tiro del carro, tiro, tiro, tiro y tiro hasta que me canso y me detengo a observar si hay relevo. Si la cosa sigue en marcha si yo dejo de tirar. Y ¡oh, sorpresa! cuando no pongo yo todo el esfuerzo, el carro se para.
Advenedizos que desaparecen de un día para otro como secuestrados por la mafia rusa. Notas que te dicen a los 50 segundos que son los presidentes del club de fans de Hitler. Condenados por malos tratos. Gente rota, traumatizada, enferma. Sosos incapaces de mantener una conversación de ascensor, no te digo ya nada con un mínimo de interés. Y muchíiiiiisima peña con cero iniciativa que nunca llega a pedirte que repitas cuando bajas la voz.
¿Y la que exige mucho y no está poniendo suficiente esfuerzo soy yo?
No os lo vais a creer con las chapas que meto por aquí, pero yo en la vida en 3D no soy muy de dar las turra con mis penas. Soy más de poner cara de circunstancias, responder a los "¿qué tal?" con un "aquí, resistiendo" y tirar pa'lante como se pueda. De hecho, cuando estaba muy muy muy mal todavía me empeñaba en cerrarme más.
Me dijeron que era bueno soltarlo y desahogarse, así que en mi último bajón tocho busqué ayuda, gente con la que hablar. La verdad, mi sensación es que ni siquiera llegué a conseguir explicarme porque la peña está ocupada y a menudo las charlas parecen el programa 59 segundos, que si no logras acabar tu argumento en menos de un minuto, te bajan el micrófono. No por falta de voluntad, ¿eh? Niños, conciliación, enfermedades, padres en urgencias, exes locos pesados... la vida. Pero el caso es que no hay tiempo para contarlo bien.
No me dio la impresión de ser escuchada, la verdad. Ni siquiera sentí que había acabado de expresar lo que me ocurría y ya me pasaron directamente a la fase "deja de hablar de este tema y piensa en otra cosa". Y oye, y que yo soy medalla olímpica en sobrepensar y ese es un consejo que de normal me viene muy requetebien, ¿eh? Lo sé. Pero decidíos por una recomendación, porque si desahogarse es bueno y soltarlo viene bien y es el paso previo para dejar de darle vueltas, desde luego con esas conversaciones misión NO cumplida. EN ABSOLUTO. Y queridos lectores, no os guieis por lo que hago aquí, donde sí me explayo y doy la chapa infinitamente. Aquí SÍ HACE FALTA una campaña StopTurras. Nos es así en la vida en 3D, en serio.
Pero se me ha movido de fase unilateralmente, así que cuando ahora me preguntan "¿qué tal?" ya ni siquiera respondo mis típicos "aquí, resistiendo". Ahora opto por encoger los hombros y no contestar. Prefiero no abrir las compuertas. Porque como en la imagen de arriba, donde tú oyes un silencio yo estoy conteniendo una tormenta.