sábado, 20 de diciembre de 2025

(No) me lo olía

Creo que no he contado por aquí que padezco hiposmia, que es una manera fina de decir que no huelo (casi) nada. Y no por el COVID, como le ha pasado a mucha gente. En mi caso es así desde pequeña. De hecho, no conservo recuerdos de casi ningún olor. Si llegué alguna vez a oler algo todavía no tenía conciencia, supongo. Y digo (casi) nada porque algunos aromas MUY específicos sí los reconozco: el amoniaco, la acetona, el alcohol de alta graduación muy muy muy concentrado. Pero poco más.

Nunca le he dado importancia y casi nunca lo comento. No creo ni que mi familia lo sepa, la verdad, porque no lo hemos hablado y no sé si lo habrán notado ellos solos. Y yo a la gente de fuera nunca se lo decía, me daba como vergüenza, parecía rara, o tarada o que me lo estaba inventando. Yo qué sé, hijos míos, ya sabéis como funcionan las cabezas...

Como jamás he olido, no sé lo que me pierdo excepto por lo que oigo comentar. Se ve que el olor a pan recién hecho es increíble y el de la tierra mojada un flipe. Parece que hay perfumes que huelen riquísimo y fragancias que te transportan a tu infancia o a la casa de tu abuela. Por lo visto si alguien te gusta, su aroma te pone a mil...

Lo bueno me da envidia porque me pierdo sensaciones, al parecer, chulísimas. Pero a mi casi siempre me ha preocupado más no percibir los tufos, que son, con frecuencia, avisos de peligro. No saber si hay un escape de gas, ni si una comida está podrida o si mi bebé se ha hecho caca. No localizar por la fetidez donde ha echado la potada el borracho de turno o si se está quemando algo. No tener la certeza de si mi casa sigue o no oliendo a tubería después del MierderTsunami.

En realidad, esto último es lo más disruptivo para mi, las dudas que me genera. Siempre tengo miedo de desprender algún tipo de peste, no ser consciente y que la peña lo vaya comentando por ahí. Que mi ropa en invierno no se seque bien y huela a humedad, un hedor, por lo visto, muy desagradable. Que a alguna de mis chaquetas viejas se le haya quedado algún tufo de esos que no se quitan con los lavados y vaya apestando por ahí sin saberlo. Que mi desodorante nuevo no tenga la suficiente potencia y sea yo a la que le vaya cantando el alerón sin darme cuenta. Pongo un ENORME esfuerzo en cuidar mi higiene y aún así siempre me da pavor ir por la vida oliendo mal, una de las cosas que más ridícula me hace sentir.

A cambio de este miedo permanente, no sufro los pedos que se tira el típico cerdo en el ascensor, ni el bonito aroma a sudor del transporte público en pleno agosto. ni la fragancia maravillosa que se nota en la ciudad en plena huelga de los servicios de recogida de basuras.Todo tiene sus ventajas, no sé. Aún así, yo aguantaría lo malo por poder percibir lo bueno. Sin haber probado nunca como es, creo que merecería la pena.

viernes, 19 de diciembre de 2025

My best

Es viernes en los aledaños de las fiestas navideñas, con el estrés organizativo y PECUNARIO que ello conlleva, así que muchos estaremos muy de acuerdo con el gatito de arriba y que a estas alturas del año poco más se nos puede pedir. Yo, de momento, voy a dedicar todo mi finde a la compra de premios varios. Y es que, ¡oh, sorpresa! soy la encargada de los juegos de los speedySobris en las reuniones familiares que se vienen estos días. Si alguien tiene alguna sugerencia de pequeño detalle bueno, bonito y barato que le pueda conseguir a los ganadores de nuestras peculiares olimpiadas festivas, soy toda oídos.

Entre tanto, ¡buen finde e id cogiendo fuerzas para las celebraciones! 

Y por la sombra, bombones 

miércoles, 17 de diciembre de 2025

MusiEscritura en formato mini

Digo que me gusta escribir, porque es el medio que más domino, pero lo que me flipa en realidad es crear: inventar, imaginar, poner algo donde antes no lo había. Eso es la escritura, pero también la música, el teatro, la pintura, la cocina, la programación... La lista es larga.

Me encanta crear yo y me turbo mola ver a alguien creando o --mejor todavía-- explicando como crea o qué le motivó y con qué referencias creó alguna obra que yo conozca. Es que eso es increíble, como alucinar con un espectáculo de magia y que luego te expliquen el truco, que por un lado, qué pena y por otro es como "ahhhh, leñe, ahora todo en caja". Ese bienestar, esa especie de alivio, parecido al de después de rascarse algo que te pica un montón.

Por desgracia, no hay muchas ocasiones en las que la peña te explique su proceso creativo. Igual sus rutinas, sus trucos para arrancar, para que les cunda, puede que algo más. Pero ver a un escritor contando de verdad como le vino la idea para su novela o con qué mimbres ha construido un personaje, con ejemplos concretos, es menos común.

En música quizá algo más, a lo mejor porque las canciones suelen ser más cortas y otro rollo. El caso es que últimamente he escuchado a varios artistas hablando sobre como compusieron sus temas y me ha llamado la atención. Para empezar porque nunca me paro a pensar que las letras son escritura, parecido, muchas veces, a poesía por la brevedad y la simbología. Y luego porque la música es el arte más unido a las emociones, creo yo. O al menos el que más rápidamente las convoca.

Toda esta chapa venía  a que a mi me gusta la canción La Toscana, de Veintiuno. Me parece movida, fresca, me anima. Nunca me había parado a escuchar lo que decía. Después oí a su autor contando cómo se le ocurrió la letra y ahora me gusta más. No porque sea algo trascendental, ni poético, ni metafórico, que no lo es. Es una tontada divertida, casi una broma. Pero ahora sé de donde viene cada frase y qué sentimiento dio origen al tema y es como ver la imagen completa, el puzle resuelto. Y no sé, me gusta más. Os la dejo por aquí, por si queréis ponerle un poco de ritmo al miércoles.

 

Me gustaría tener un plan
Robar yo al banco para variar
Y huir contigo de madrugada
Cambiar el piso que te alquiló
El nepo baby, que lo heredó
Por una vida junto a la playa

Dime tan solo que lo intentabas
Y nos fugamos por la mañana

 (Estribillo)
Y al despertar somos portada y titular
El caos más dulce del lugar
Huimos a La Toscana
Dormimos vistas al mar
Desde Palermo hasta Milán
Donde jamás nos buscarán
No quiero que sea perfecto
Quiero algo que recordar

Si el plan suicida nos sale mal
Un limoncello para olvidar
Y un escondite contra el destino
"Ciao bella" y topless en el balcón
Haciendo trizas la habitación
En una fiesta con los vecinos
La fantasía de Sorrentino
 

(Estribillo)

Me encantaría verte de Prada por la ciudad
Subir en Vespa toda la cuesta que va al altar
Gritar "ragazzi" a los paparazzi que nos esperan
Gastar mis siete vidas curando toda tu pena
Y al despertar
 

(Estribillo)
 

martes, 16 de diciembre de 2025

Numerología MAL

Bueno, amiguis, el día de la marmota. Aquí estamos otra vez, 16 de diciembre y una cantidad muy triste de entradas en 2025. Oootra vez. No sé qué ha podido pasar, si empecé super bien. Eh, eh, eh, 8 o 9 entradas de media hasta marzo, ahí es nada. No me lo creía ni yo. 

En abril, mayo y junio la cosa se frenó bastante, pero aún iba aguantando mecha. Una media de cinco raspado, ni tan mal. Oye. y menos en julio que pinché total, mantuve esos mínimos en verano, que con esos calores es toda una heroicidad.

Pero aaaay, amigo, luego llegó el otoño, la caída de las hojas, la melancolía de los colores ocres y mi ritmo actualizatorio, como dirían los jóvenes de ahora, flopeó. Y así llevo los últimos meses, con tres tristes tigres (y entradas) por mes. Qué penita, ¿no? Diría que ha sido culpa de la campaña Stop Turras, que me ha mantenido medio amordazada, pero no es del todo cierto. Creo que ha tenido mucho que ver también el bombardeo de dopamina de pantallas infinitas que me está friendo el cerebro. Me cuesta un mundo concentrarme en cualquier cosa, mucho más para crear algo de cero. ¿No os pasa?

En fin, que tampoco voy a meterme ahora en berenjenales. El tema aquí es, como cada diciembre, pegar un último acelerón escritor para acabar 2025 con un número de entradas medio digno. No voy ni a apostar por una cifra porque no me atrevo. Se hará lo que se pueda, a ver si por lo menos consigo que sea par.

Preparados, listos... ¡¡YA!!

 

viernes, 12 de diciembre de 2025

De cartón piedra


 

El decorado del piso de Monica y Rachel en Friends no tiene atascos en el fregadero, porque no hay tuberías. Tampoco les preocupa que llegue buena o mala cobertura de internet. Su nevera ni se avería ni chorrea agua, aunque tampoco enfría. No les cuesta una pasta la calefacción si no hay nada que calentar, la tele no se estropea y el sofá no tiene manchas de café en la tapicería. No se les acaba el sitio en los armarios ni necesitan engrasar las bisagras de las puertas. No les salen goteras en el techo ni se les ensucian los cristales con la lluvia.

En el piso de Rachel y Monica no hay grandes problemas, pero tampoco hay vida. 

domingo, 7 de diciembre de 2025

No sirve

No es cuestión de actitud. Con una cuchara no se puede hinchar una rueda. No se puede. Y no es que no sea útil, eh?

Con una cuchara remueves el guiso, tomas la sopa, te ayudas a enrollar los espaguetis. Mides la cantidad de harina para una tarta. Rescatas el cacao del batido que ha quedado al fondo del vaso. Sirve de mini catapulta o tirachinas y haciendo palanca igual hasta atrancas un cajón de la cocina.

La puedes usar para chocarla con la copa de champán, pedir silencio y empezar tu discurso para los novios de una boda. Si eres habilidoso y la sostienes bien en la boca, quizá ganes la carrera de patatas del campamento de tus hijos. A falta de pala, podría ayudarte a hacer un castillo de arena en la playa. Yo vi, incluso, una famosa influencer que empleaba una cuchara para rizarse las pestañas porque tuvo una mala experiencia con un rizador.

Pero con una cuchara no puedes hinchar una rueda.

No se trata de querer, de esforzarse, de tener paciencia, de no generar expectativas, de ser realista, de no apuntar demasiado alto, de conformarse. No sirve, ya está. Vale para muchas otras cosas, pero no hincha ruedas.

Por eso me sorprende ver a tanta gente intentándolo. Y fingiendo que les funciona.

lunes, 1 de diciembre de 2025

Edrefugio

Mi lugar seguro es debajo de mi edredón.

Él siempre me ha protegido del Coco, del hombre del saco, del monstruo del armario, del puñal del tipo de la careta de Scream y del terrorífico payaso de It.

Él ha sido mi cómplice camuflando la luz de mis lecturas a deshoras cuando ya debería estar dormida. Ha escondido lágrimas a destiempo, quejidos de rabia, lamentos de frustración.

Mi edredón no me juzga si no tengo ganas de pasar la aspiradora, buscar un plan de sábado o escribir el próximo bestseller mundial. A él le parece bien si hoy solo me quedan fuerzas para taparme hasta las orejas y ver vídeos de caídas graciosas en Youtube.

A mi edredón no le importa mi pijama viejo lleno de bolas, ni mis pelos de loca, ni mis ojeras de oso panda. Con él no necesito fingir que mi película favorita es Casablanca en lugar de cualquier mamarrachada romanticona de Sandra Bullock. 

No tengo que justificarme ante mi edredón por mi incomprensible trayectoria profesional ni por no tener un piso en propiedad. Él no me pide que sonría cuando me estoy rompiendo por dentro sólo para quedarse más tranquilo. Mi edredón no se cree con derecho a opinar sobre mis decisiones vitales ni a pontificar sobre lo que debería o no debería hacer con mi vida.

Y luego que por qué paso tanto tiempo en la cama...