miércoles, 12 de julio de 2017

Lunes lunérrimo

Hay lunes normales, malos, lunes muy lunes, superlunes y lunes lunérrimos. Mi lunes de esta semana se inscribe definitivamente en esta última categoría. Y no se lo deseo a nadie.

Está claro que de un lunes nunca se esperan grandes cosas porque, a ver, significa el final del descanso y la vuelta al curro, no vamos a dar saltos de alegría. Y tengo muy asumido que mi vida normal normal, lo que se dice normal, nunca es. Pero lo de este lunes ya pasa a otro nivel. De verdad os lo digo.

Nada más salir de casa perdí el bus en mi misma jeta. Qué se le va a hacer. 20 minutos después perdí el transbordo, claro, faltaría más. Después fui al médico, para el que tenía hora hace meses (cuando me la dieron) y se indignó de que hubiera ido a su consulta. Que por qué había acudido a él y no a dermatología, me preguntó. Porque a mi médico de cabecera le ha parecido la mejor decisión, le contesté. Pues muy mal. Pues vale. Y así me quedo hasta que el dermatólogo tenga bien atenderme, dentro de unos mil años. Plus minus.

Después llegué a trabajar. Cuatro horas de una tediosa labor que tendré que volver a repetir porque parece que no me explico con la suficiente claridad. Salí a comprarme algo de comer y la lié parda en el supermercado.

¡¡¡PLATAPLOF, PIM POM CRASH!!!

Mi compra al suelo.

No sé cómo me las arreglé para tirar mi mochila del gimnasio, donde estaba metiendo los productos adquiridos, entre otras cosas un bote de miel que rebotó contra el piso, se rompió en mil pedazos y se convirtió en un aspersor dulce. El preciado trabajo de las abejas pringó toda mi ropa, el suelo, a la cajera, a una clienta que estaba pagando e incluso llegó a una estantería que estaba bastante alta. Claro que sí. Recomiendo encarecidamente intentar recoger la sustancia más pegajosa del mundo bajo la atenta supervisión de media Speedytown, que te mira entre el enfado, la pena y la estupefacción. Es genial. En algún momento de la maniobra, además, oí un sospechoso sonido de tejido desgarrado y mientras volvía a mi curro me di cuenta de que se me había roto el pantalón. Claro que sí. Porque llegar a la oficina oliendo demasiado a flores no iba a ser suficientemente difícil de explicar.

Y queridos lectores, no olvidemos que llegar al trabajo no siempre significa poder entrar, si la llave de la puerta decide convocar una huelga indefinida secundada por ella y todas sus copias. Quien no haya estado 35 minutos delante de un umbral, probando 3 versiones distintas de la llave correcta sin conseguir traspasarlo no sabe lo que se pierde. Igual debería haber probado aquello de 'Ábrete Sésamo'. Habría sido más efectivo, desde luego.

Aunque, si os digo la verdad, ya me habría gustado a mi no poder entrar. Porque fue poner un pie en mi centro laboral y darme cuenta de que caían cascotes del techo. Claro que sí. Se ha abierto un portal del tiempo, he viajado hasta la Segunda Guerra Mundial y estoy en medio de un bombardeo. Igual por eso las llaves habían convocado los paros parciales...

Total, que con mi desesperación, mis pantalones rotos y mi cara de estar al borde de un ataque de nervios subí al piso de arriba a decirle a mis vecinos que pararan las obras de su casa, porque en mi oficina íbamos a morir aplastados entre escombros. Y para demostrarlo les llevé dos trozos grandes de los cascotes que habían caído y que yo agitaba sin parar para enfatizar mis argumentos. Qué facha no me debieron ver los albañiles que me dijeron que sí que sí, que paraban, pero que ya hablaríamos al día siguiente, porque es tarde no íbamos a sacar nada en claro, dado mi estado de ánimo.

Y para colmo de males todo eso pasó en un lunes que también era el maravilloso primer día de mi maravillosísima regla, con todos sus maravillosos síntomas y efectos secundarios. Claro que sí.

Sé que pensaréis que estoy exagerando porque este blog es muy de exagerar, bien es cierto. Pero os sorprendería saber lo parecidas a la vida real que son algunas entradas. Por ejemplo esta.

3 comentarios:

  1. Caray! vaya día mejor quedarse en casa, espero que haya mejorado la semana

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  2. Pues sí, PapaCangrejo, vaya día ;P

    Pseudo, sí la leo sí, y a veces pienso "esta pobre tiene una vida como la mía, que parece que nos lo inventamos, pero no, ya nos gustaría"

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.